El Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet, aseguró ayer que esa región está sufriendo "alguna clase de genocidio cultural" y que las autoridades chinas pretenden alcanzar la paz mediante el uso de la fuerza. En una rueda de prensa televisada desde Dharamsala, la ciudad india septentrional que acoge al Gobierno tibetano en el exilio, el Dalai Lama aseguró que sus reivindicaciones no han cambiado por los últimos acontecimientos y que sigue pidiendo "autonomía, no independencia". El líder espiritual también pidió la ayuda de la comunidad internacional, a quien atribuyó una responsabilidad de carácter moral en la causa tibetana. En su primera comparecencia pública tras los disturbios del pasado viernes en Lhasa, que se han cobrado al menos una decena de vidas, el Dalai Lama volvió a expresar su apoyo a la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín este año.
El máximo líder tibetano denunció las trabas y restricciones que, a su juicio, las autoridades chinas imponen al desarrollo de la educación y la formación en los monasterios tibetanos y alertó del riesgo de desaparición al que se enfrenta el patrimonio cultural del Tíbet. Los disturbios de Lhasa tienen lugar en medio de las protestas que desde el pasado día 10 protagonizan los monjes budistas y que se iniciaron para recordar el aniversario de la fracasada rebelión tibetana contra el mandato chino en 1959, que causó la huida al exilio del Dalai Lama. Se calcula que la India acoge a unos 130.000 tibetanos que abandonaron sus hogares a partir de 1959.
Más incidentes. Mientras tanto, ayer continuaron los disturbios. Una manifestación en La Haya contra la presencia china en el Tíbet, a la que acudieron medio millar de personas, degeneró ayer en un ataque por parte de un centenar de participantes contra la embajada china en Holanda, que sufrió destrozos en su valla.
Por otro lado, cerca de cuatrocientas personas se manifestaron en Bruselas en solidaridad con el pueblo tibetano y en protesta por la represión.
