Ni vencedores ni vencidos: un carrusel de monólogos

El debate a siete no dejó margen a réplicas y piques entre candidatos. PSOE y PP continuaron con sus reproches mutuos.

el 10 mar 2015 / 23:36 h.

De izda. a dcha. Carlos Rojas del PP-A; Juan Marín de Ciudadanos; Mario Jiménez del PSOE; Martín del La Herrán de UPyD; Antonio Maillo de IU; Antonio Jesus Ruiz del Partido Andalucista y Jesús Rodriguez, momentos antes de comenzar el debate electoral, esta noche en Sevilla. | EFE De izda. a dcha. Carlos Rojas del PP-A; Juan Marín de Ciudadanos; Mario Jiménez del PSOE; Martín del La Herrán de UPyD; Antonio Maillo de IU; Antonio Jesus Ruiz del Partido Andalucista y Jesús Rodriguez, momentos antes de comenzar el debate electoral, esta noche en Sevilla. | EFE Si el debate del lunes dejó poco margen a la improvisación y a que los tres participantes interactuaran; el de ayer a siete todavía dejó menos espacio para las réplicas, los piques y los rudos careos. Por cierto, entre los siete representantes de los partidos ninguna mujer. Encorsetados y obligados a ceñirse a un minuto de discurso por turno; las intervenciones fueron sucediéndose una detrás de otra como si estuvieran mecanizadas por la cinta transportadora de un aeropuerto. El moderador, en el papel de un justiciero Pantocrator medieval, cortó de raíz cualquier interrupción o intento de saltarse las normas. Bajo estas reglas tan estrictas hubo quien se movió con más facilidad que otros. Por ejemplo, el candidato de UPyD, Martín de la Herrán, tomó conciencia de que estaba ante su gran oportunidad y optó por la estrategia de llamar la atención. «Aquí está el menda lerenda», «que el PSOE ofrezca ahora una oficina antifraude es de cachondeo» o levantarse a repartir fotocopias de los índices de transparencia de los partidos de cada contrincante le dieron cierto desparpajo a un debate, encadenado a las estrictas leyes impuestas por los partidos. Por su parte, los representantes de PP, Carlos Rojas, y del PSOE, Mario Jiménez, a lo suyo. Aunque el representante socialista se autoimpuso un debate «de propuestas» no tardo mucho en hacer recriminaciones a su contrario del Partido Popular. «Los ciudadanos no quieren en este debate el y tú más porque entonces se van a ver el Real Madrid a otra cadena», dijo. Sin embargo, hubo y tú más y mucho entre las dos grandes formaciones. Sin solución de continuidad a lo que sucedió en el debate del lunes; el discurso del agravio del Gobierno de Madrid hacia Andalucía y los reproches mutuos sobre corrupción enredaron a ambos representantes en la mayor parte de sus turnos. «Le pido un poco de respeto y que aquí hablemos de Andalucía o es que usted, como Susana Díaz, también se quiere ir a Madrid», llegó a decir el candidato del PP ante una nueva referencia de Mario Jiménez a las políticas de Mariano Rajoy, «¿Se imaginan los andaluces lo que sería tener un consejero de Educación como el ministro Wert?», expuso el socialista. Rojas, al igual que hizo Juan Manuel Moreno Bonilla el pasado lunes leyó su discurso siempre mirando a cámara. También repitió la táctica del presidente de su partido a la hora de mostrar papeles y gráficos que echar en cara al representante del PSOE. Pero esta vez, el socialista también llevaba preparado su dossier para el debate. Aunque ninguno de los dos superó el show de Martín de la Herrán, que descolocó al resto de participantes. El candidato del PA llevó muy bien preparado cada uno de los bloques en los que se había dividido el programa. Fue muy duro y locuaz a la hora de explicar con datos que en Andalucía también se habían hecho recortes en Sanidad. Puso el ejemplo de las privatizaciones de en servicios oncológicos o de hemodiálisis en algunos hospitales de la región. También fue duro con Ciudadanos y Podemos por su modelo territorial «que convertiría a Andalucía en una comunidad de segunda nuevamente y nos haría perder mil millones de euros». Los aludidos optaron por no rebatir la afirmación. Jesús Rodríguez fue el representante elegido por Podemos para esta cita después de que la candidata a la presidencia de la Junta, Teresa Rodríguez, decidiera no acudir al debate. El número dos por la provincia de Cádiz optó por un discurso técnico y de cifras muy lejos del recurso sensible a la indignación y el hartazgo que tan bien ha empapado en la ciudadanía. Se podrá estar de acuerdo o no pero el discurso de Podemos no suele dejar indiferente, sin embargo el de ayer estuvo más cerca de ello que de otra cosa.  La ausencia de la gaditana tuvo su protagonismo en las intervenciones del andalucista Antonio Jesús Ruiz: «es sorprendente que quien quiere ser alternativa deje tirado a los andaluces» o de Antonio Maíllo, de IU, que recalcó en su primera intervención que acudiría a todos los debates que fuera invitado. Su defensa de la necesidad de crear en Andalucía una banca pública fue una de sus mejores intervenciones: «No queremos los chiringuitos que PP y PSOE se montaron con las cajas de ahorro». Intentó, de nuevo, ser cercano con ejemplos cotidianos de su carrera como docente y puso nombre propio al testimonio de una mujer desahuciada en Huelva. El candidato de Izquierda Unida salió al debate con la lección aprendida de la cita a tres. Así, desde el primer minuto puso en comparación sus propuestas y los logros que sus consejeros hicieron la última legislatura en contraposición con las políticas de PP y PSOE. «Ustedes en la última sesión del Parlamento blindaron la Cámara de Cuentas. No sé qué lecciones les pueden dar a los andaluces sobre este asunto», aseguró Maíllo. Juan Marín, el candidato de Ciudadanos, se esforzó en cada uno de sus turnos en presentar las propuestas de su partido para Andalucía. Tenía necesidad de ello ante el que quizá sea el partido del que menos conocimiento tenga el electorado andaluz y cuenta con el sambenito de ser catalogado, por algunos, como un partido catalán. Marín insistió en las normas internas de su partido que no permiten imputados. El último turno estuvo dedicado a que cada representante explicara en 30 segundos por qué los andaluces deben elegir su opción en las elecciones del próximo 22 de marzo. Los sietes invitados optaron por los territorios comunes y los mensajes habituales sin nada nuevo que destacar.  

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