Nos cuenta Joaquín Guichot en su Historia del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla que en 1750, a la muchedumbre de vecinos necesitados?unióse muy luego un enjambre de infelices, procedentes de pueblos de Andalucía? y no cabiendo en la Casa de Caridad de la Laguna, la Junta de Abastos dispuso habilitar otro local? Recogiéronse en el Hospital de la Sangre sobre 400 pobres. Ése es un precedente del encierro y el encadenamiento que mantienen en la reja del edificio levantado por Doña Catalina de Ribera alcaldes de IU en demanda de recursos para sus vacías arcas municipales.
Sin entrar a considerar la pobreza consistorial ni sus causas y dando por supuesto el derecho inalienable a la reivindicación, la forma que ésta ha adoptado produce el vértigo de Stendhal al pensarse que los parlamentos son la sede de uno de los poderes de la democracia, el legislativo, desde que Montesquieu estableciera la separación de los tres que la conforman, y que el núcleo de esa fuerza política estuvo en primera línea en los decenios de lucha por la conquista de las libertades e, incluso, se llevó la peor parte de la represión de la dictadura sobre los que se le oponían.
La afirmación del alcalde de Marinaleda de que él está en el Parlamento para dar guerra parece indicar, sin embargo, que El espíritu de las Leyes no ha sido una de sus lecturas, que se mueve en la misma inmediatez de aquella Junta de Abastos que sólo se le ocurrió convertir el hospital en asilo; no piensa que podría causar un Efecto Mariposa porque los encerrados son otro de los poderes, el ejecutivo de los municipios, y encontrarse con que llegaba hasta ellos la onda de su acción. Alguien debería poner remedio. Sería muy malo que, al lado del Síndrome de Stendhal y del Efecto Mariposa, hubiera electos con Déficit de Montesquieu.
Antonio Zoido es escritor e historiador