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El despropósito por estilo

El conjunto de Manel Comas volvió a ser apaleado deportivamente por el Granada sin el menor síntoma de mejora. La semana no ha podido ser más negativa para el Cajasol tras tres derrotas consecutivas.

el 15 sep 2009 / 16:41 h.

Disputar un derbi andaluz es sinónimo de revolcón para el Cajasol. En la Copa de Andalucía cayó con estrépito ante Granada el primer día y entonces saltó como un resorte la excusa de la falta de acoplamiento. Unas cuentas semanas después, con el agravante de la sonrojante paliza del miércoles en San Pablo ante el Unicaja, quien también le había dado fuerte y flojo en la liga andaluza, y que debía servir de acicate, el conjunto de Manel Comas volvió a ser apaleado deportivamente sin el menor síntoma de mejora.

La preocupante situación del equipo germina en el terreno del nulo progreso, de la impotencia que lleva a la ofuscación y a partir de ahí a la inacción que convierte al Cajasol en un muñeco de pim pam pum. Es cierto que no es fácil acoplar seis jugadores nuevos, pero tampoco es mentira que siguen cuatro de la temporada pasada, que el técnico es el mismo y que el club ha permitido que Elmer Bennett llegase tarde y en una baja forma alarmante, cuando es una pieza básica, tras apostar por un segundo base sin experiencia en la ACB.

Llama la atención igualmente el escaso entusiasmo que transmite el grupo, huérfano de referentes y liderazgo con la desaparición de Bennett y la pertinaz intermitencia de otros actores principales como Ignerski o Ellis.

De entusiasmo les dio una lección ayer el Cebé, también de baloncesto colectivo, fórmulas para convertir en anécdota una baja tan decisiva como la de Curtis Borchardt antes del descanso, que sufrió una fractura en un dedo que pareció un más que probable punto de inflexión en un partido que ya tenían encarrilado los de Trifón Poch (31-25).

El periodo de rotaciones le sentó mejor al Cajasol que a los anfitriones, que espoleados por la actividad defensiva de Juanpi Gutiérrez y el propio Borchardt y el acierto exterior (con Nacho Martín aprovechando la indolente defensa de Ignerski) habían amagado con romper prematuramente el partido (18-9, m.7). La entrada de Savanovic e Ilic, con Carter desplazado a la posición de tres, frenó la escalada del Granada desde la escandalosa superioridad interior y el primer triple de Ellis dio pie a la esperanza (21-23, m.14). Puro espejismo. El regreso al mando de Gianella y las fulgurantes apariciones del ex cajista Videnov y del ex madridista Pablo Aguilar construyeron un escenario inhóspito para los sevillanos: mientras a Poch le ofrecían réditos todos y cada uno de los jugadores que colocaba en pista (acabaron anotando los doce que jugaron), en el banco de Comas el balance era tozudamente desmoralizador.

Y no hay una acción más contundente para explicar el estado de las cosas a uno y otro lado de la cancha. A falta de 11 segundos para el descanso y tras un tiempo muerto, el Cajasol volvió a la cancha con cuatro jugadores. El balón se puso en juego y los árbitros, sorprendidos como todo el pabellón, pararon el partido. A Ignerski, simplemente, se le había olvidado salir. Comas se quería morir. No parecían unos y otros en condiciones de cambiar la dinámica tras el descanso (38-28), pero al dedo roto de Borchardt se le podía tener fe desde las filas cajistas. Por otro lado, los 3 de 13 en triples, Bennett en -2 de valoración, las diez pérdidas...necesitaban no de fe, sino de un milagro. Y en el baloncesto ACB se dan pocas veces, menos, si antes no te lo curras.

Ocho puntos casi seguidos de Giannella, al que le daban todo tipo de facilidades en sus clásicas penetraciones, cuando no la distancia suficiente para que meta los tiros que casi siempre le cuesta meter, repuntaron las opciones nazaríes, finalmente asentadas en el despropósito que se convirtió el juego de ataque del Cajasol en la segunda mitad, sin un plan maestro, sin control, sin ganas...

A falta de diez minutos Comas y los suyos ya no pensaban en otra cosa que en coger el autobús de vuelta (60-38). La semana no ha podido ser más negativa para el Cajasol. Tres derrotas, tres duras derrotas que han acabado con la cuota de ilusión de la grada con cualquier proyecto que comienza. La sensación es que de este equipo, que seguro ganará partidos, no se puede esperar nada especial un año más.

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