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El desvío del Calzas Anchas sigue a la espera un año después de la riada

Hace un año, Utrera amanecía llena de fango y de destrozos en viviendas, garajes y comercios. El arroyo Calzas Anchas volvía a desbordarse una vez más y a arrasar cuanto se encontraba a su paso.

el 15 sep 2009 / 18:40 h.

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Hace un año, Utrera amanecía llena de fango y de destrozos en viviendas, garajes y comercios. El arroyo Calzas Anchas volvía a desbordarse una vez más y a arrasar cuanto se encontraba a su paso. Un año después, sin las prometidas obras realizadas, podría volver a suceder.

Si hoy lloviera en la misma cantidad que entonces, probablemente el agua y el barro volverían a adueñarse de buena parte de la ciudad. Los comprometidos trabajos de desvío del arroyo, que discurre entubado bajo la ciudad, todavía esperan, porque están tramitándose las expropiaciones necesarias para realizarlos.

El Ayuntamiento de Utrera asegura no saber cuándo pueden iniciarse las mismas, ya que las primeras reuniones entre los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), responsable del proyecto, tuvieron lugar el pasado mes de octubre, y el procedimiento conlleva varios meses. El alcalde, Francisco Jiménez (PA), ya insistió a en su día a la CHG para que solicitara al Consejo de Ministros la aprobación de las expropiaciones por vía de urgencia, "lo que hubiera evitado el proceso que aún queda y que supone muchos meses de demora".

El estado de tranquilidad y de falta de trabajos para desviar el Calzas Anchas sigue provocando inquietud, miedo y nerviosismo en los vecinos. Es el caso de Isabel Rosado que, en su casa de la calle Doña Juanela, vive asomada por la ventana en cuanto escucha llover, "para saber si el agua volverá a entrar".

Como la suya, muchas casas de la barriada Coca de la Piñera son construcciones de una sola planta, lo que hizo que prácticamente todo se perdiera, mientras ellos veían pasar y entrar el agua en sus viviendas, asomados desde las terrazas. "Yo también viví la anterior riada, hace varias décadas, pero lógicamente no te acostumbras, y vives con el miedo de que pueda volver a ocurrir", explica María Guirado.

Otros vecinos, como Francisco García, se resignan a estas situaciones. "Ese día, mientras veía la televisión y llegó la inundación, intenté calmarme y esperar que bajara el nivel de agua, para después estar durante cuatro días limpiando", cuenta.

Pero no sólo fueron viviendas y comercios. Las instalaciones del colegio Salesianos también se vieron afectadas. El salón de la asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) está arreglado, el nuevo centro juvenil se estrenó, pero queda por hacer una de las bibliotecas, que se perdió totalmente, arreglar los sótanos y la entrada al centro de enseñanza por el patio de San Diego.

Para poner remedio al daño provocado por el desbordamiento, la Junta de Andalucía y el Estado tramitaron ayudas para los afectados, que ya fueron repartidas. En total, el número de expedientes tramitados ronda los 700. Pero para paliar las deficiencias de aquellos días, no sólo era necesaria la ayuda económica. El apoyo humano también fue importante, y los vecinos contaron en todo momento con la colaboración del colegio Coca de la Piñera, que abrió sus puertas para acoger a cuantas personas necesitadas hubiera, ofreciendo colchones, mantas y alimento a los afectados. Su director, Juan Carlos Alcaide, recuerda: "Los maestros ayudaron en la limpieza de las viviendas y, durante cinco días, el centro escolar sirvió como punto de apoyo para todo aquel que necesitaba algo".

Por contra, el proyecto para el arroyo de Las Monjas, que discurre bajo la calle Álvarez Quintero hacia el antiguo mercado, sí está viendo cómo se acometen las obras. En concreto, los trabajos están en, aproximadamente, un 30% de ejecución.

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