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El día que calló la voz del duende

El 2 de julio de 1992, a la edad de 41 años, fallecía en Badalona el cantaor que encarnó la síntesis perfecta entre tradición y modernidad. El flamenco no se ha repuesto de la pérdida.

el 01 jul 2012 / 19:07 h.

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Tenía sólo 41 años, y llevaba años instalado en la cima del cante jondo. Pero el 2 de julio de 1992, derrotado por un cáncer de pulmón, José Monge Cruz, universalmente conocido como Camarón de la Isla, se sumía para siempre en el silencio en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, donde estaba ingresado tras tratarse sin éxito en Barcelona y Estados Unidos.

Casado con Dolores Montoya, La Chispa, y padre de cuatro hijos, Camarón dejaba también huérfanos a varios miles de aficionados de todo el mundo, y a cientos de cantaores que seguían su senda como se sigue un dogma de fe, a ciegas y devotamente. Él no quiso conocer el diagnóstico de sus dolencias, pero llegó a intuir que su trágico final estaba cerca. "Marecita, qué es lo que tengo", fueron las últimas palabras que le oyó pronunciar José Candado, el amigo que le acompañó noche y día durante los últimos 18 meses.

Una fulgurante, imparable carrera y las 50.000 copias que llevaba vendidas de su estremecedor testamento discográfico, Potro de rabia y miel -que pronto llegaría a duplicar esa cifra- permiten hablar de artista malogrado, cuyo techo nadie podía llegar a columbrar.

"Me molesta mucho que hablen de mí siempre por la droga o por mi aspecto físico", se quejaba el cantaor con desenfado, pero celoso de su imagen pública, en declaraciones a ElCorreo de Andalucía. "Si algún día tienen que decir que he muerto, que digan que ha sido de un cólico de habichuelas". Una vida de excesos, con legendarios niveles de consumo de nicotina, sumada a una sensibilidad extremadamente vulnerable, acabaron pasándole factura y mermando notablemente su salud, hasta que la fatalidad se ocupó del resto.

También fueron 50.000 las personas que se desplazaron el 4 de julio al cementerio de su localidad natal, San Fernando (Cádiz), para tributarle una multitudinaria despedida. Junto a las escenas de dolor incontenible, hubo momentos de tensión, como cuando la viuda del cantaor, presa de los nervios, arremetió contra los medios de comunicación -"¡Iros a tomar por culo!", espetó-, o cuando Paco de Lucía fue insultado, después de que se difundiera la especie de que el guitarrista se había apropiado de dineros correspondientes al cantaor y sus herederos: uno de los episodios más ignominiosos de la Historia del flamenco, por suerte reparado con el tiempo.

El desfile del féretro por la calle Real desde el Ayuntamiento de La Isla fue, como diría el biógrafo Enrique Montiel, "el camino de la muerte a la inmortalidad". El camposanto de esta localidad, cuyas salinas cantó José Monge como nadie, pasó a convertirse en lugar de peregrinación.

La estatua del artista instalada en la Plaza Juan Vargas -muy cerca de la Venta de Vargas donde se forjó su voz jonda-, un bronce de Antonio Mota, acabaría exhibiendo señales de desgaste y hasta erosiones infligidas por los fetichistas.

Con el paso de los años verían la luz docenas de grabaciones inéditas de desigual calidad, la multinacional Universal se haría propietaria de toda su discografía, se prodigarían los tributos por parte de los más variados músicos y hasta se le concedería, a título póstumo, la siempre polémica Llave de Oro del cante. Pero sobre todo se impulsaría esa suerte de canonización definitiva de Camarón que ya había empezado cuando vivía. A pesar de las controversias que llegó a suscitar su obra, el de la Isla tuvo desde muy joven un extraño aura de santidad, y algo de milagro siguen teniendo, en disco, CD o por i-pod, sus prodigiosos cantes.

Tomatito: "Camarón todavía está presente en mi día a día"
Desde hace varias semanas, el guitarrista José Fernández Torres, Tomatito (Almería, 1958), trata de conservar la necesaria concentración que exige entrar en un estudio de grabación. Pero los medios no se lo ponemos fácil: el 200 aniversario de la muerte de Camarón, el cantaor que dio el impulso definitivo a su carrera, la voz con la que tocó y grabó discos memorables durante 18 años, hace que esté más solicitado de lo que le gustaría.

Con lógica amargura, pero también con exquisita amabilidad, el músico recuerda para El Correo cómo hubo de replantearse su trayectoria profesional tras aquel golpe. "No me lo planteé como un reto, fue más bien una necesidad de exteriorizar lo que salía de mi alma en forma de música. Y como él ya no estaba, no me quedaba otra manera de hacerlo que en solitario, porque su figura era insustituible", recuerda.

"Yo perdí a un maestro y a un amigo, y la pérdida de alguien importante para uno siempre es dolorosa".Cuando se le pregunta cómo convive hoy Tomatito con la memoria de José Monge Cruz, responde con decisión: "Camarón es presente, está en mi día a día, en ningún momento lo he sentido lejano ni en el pasado. Para mí es una luz divina que me guía en cada paso, de ahí que mis conciertos se llamen Luz de Guía", explica el guitarrista, cuya última grabación ha sido una colaboración con el cantante bachatero neoyorkino Romeo Santos.

"Recuerdo continuamente su humildad, su manera de oír todo tipo de músicas, su manera de innovar, de inventar, de escuchar... Recuerdo infinitas cosas suyas. Camarón era un genio, no se me ocurre mejor manera de definirlo", concluye.

Así contó El Correo la noticia

“Sabíamos que esto iba a suceder, pero, así y todo, la noticia ha sido un mazazo brutal”. En estos términos se expresaba el crítico Manuel Bohórquez en una de las tres páginas que El Correo de Andalucía dedicó a la cobertura de la muerte del genio isleño. Eran los días en que la Expo levantaba el vuelo, Guns’n’Roses actuaba en Sevilla e Induráin se lanzaba a por su segundo tour.

Pero todo quedó ensombrecido ante el deceso de Camarón. “Era un niño noble de 41 años”, confesaba un emocionado Paco Lira al periodista Alberto Guallart, mientras que Manuel Chaves, entonces presidente de la Junta de Andalucía, afirmaba que el artista había llevado lo jondo “a los niveles más altos de pureza y del sentimiento humano”.

El periódico recogía numerosas declaraciones de amigos del cantaor, como El Lebrijano, Félix Grande, Salvador Távora, Fosforito o María de la Venta de Vargas, al tiempo que recordaba que su última actuación, para el programa ‘Sevilla, Sevilla’, había tenido que ser un play-back por el deterioro de la salud de Camarón. “Su hueco no lo puede llenar nadie”, concluía Bohórquez. “El que pretenda sentarse en su trono, que de todo habrá, se puede quedar solo en la intención”. 

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