Cultura

El día que Chacón le cantó doce saetas a la Macarena

Una entrevista revela la concepción que el cantaor tenía de este palo del cante

el 21 abr 2011 / 21:12 h.

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    El diario La Voz, de la capital de España, entrevistó a Don Antonio Chacón sobre la saeta el día 4 de abril de 1928. Estaba ya cercana su muerte, ocurrida el 21 de enero de 1929. El maestro de Jerez aporta en esta entrevistas datos muy interesantes sobre el origen de este cante y, sobre todo, su opinión sobre quienes fueron los mejores intérpretes hasta esa fecha, según su criterio.

    Por otra parte, el maestro narra con humildad cómo una noche tuvo que cantarle doce saetas a la Macarena para calmar a la muchedumbre sevillana que le pedía una y otra y tuvieron que sacarle varias veces a la Virgen. Esta entrevista, que realizó el periodista José Luis Mayral, es de un gran valor para los estudiosos de la saeta y admiradores del genio, y elimina las dudas que siempre ha habido sobre si el maestro del cante andaluz fue o no un buen saetero.

    Antonio Chacón García nace en la calle Sol de Jerez, del Barrio de San Miguel, en mayo de 1869 y con sólo 18 años de edad ya estaba empadronado en Sevilla, en compañía de sus padres. Contratado por Silverio Franconetti para cantar en su café de la calle Rosario, se hizo pronto el amo del público sevillano y en Sevilla se casó y vivió muchos años, hasta que el cierre de los cafés hispalenses y el auge del género jondo en la capital de España le animaron a afincarse en ella, donde murió y aún descansan sus restos.

    Pero de esto quien puede hablar con más autoridad es el mismo veterano D. Antonio Chacón. Con él, con Montoya y con Perico, los dos últimos célebres guitarristas, departimos unos momentos acerca del tema de la presente información.

    Chacón sabía, porque se lo contó su madre, y a ésta la suya, la historia de la saeta andaluza. La sabía D. Antonio; pero su memoria flaquea, y no recuerda nada concreto. Sabe, sin embargo, que procede de Arcos; recuerda que eran las saetas el canto de la Pasión, y que se entonaban acompañadas de los "pitos", de que hemos hablado. No se olvida -de eso no se puede olvidar, porque las interpreta magistralmente- que la saeta tiene los tres "tercios" iguales. Nos dice también que no lleva un compás que sea posible marcarlo, en contra de lo que ocurre con la soleá y la seguiríya, que no pueden perderlo.

    El informador interroga aún:

    -¿Y en qué se diferencia la saeta de la carcelera?

    -La carcelera no existe. Es una denominación que se daba al cante que entonaban los presos en determinadas ocasiones. Usted sabe que hay la vieja costumbre en Andalucía de llegar a los pasos de las procesiones ante la cárcel, para que los presos les canten. Y el acto, no el motivo musical, era lo que se llamaba "carcelera". Así, una carcelera puede ser una saeta o un martinete indistintamente.

    -¿Quiénes han sido los mejores cantadores de saetas?

    -Desde luego, Juanero, de Jerez, y El Puli, de Tarifa; La Pompi, la que era sorda, natural de Jerez, y Chano Ortega, de Cádiz. Esos son las que han cantado mejor por saetas, con estilo más puro y más verdadero: todos ellos de raza gitana.

    -¿Y de los cantadores actuales?

    -Manuel Torres, que está en Sevilla...

    Interviene Ramón Montoya:

    -Ponga usted que el maestro de hoy es Antonio Chacón.

    -Don Antonio intenta en vano protestar por modestia; pero Montoya y Pedro insisten...

    Interrogamos aún;

    -¿Recuerda usted una letra auténtica de saeta?

    -Sí; apunte usted:

    Desde el patio da Caifás»

    habló Pedro, y dijo así:

    "Yo no conozco a ese hombre

    ni su discípulo fuí..."

    Otra:

    Al son de trompetas roncas,

    y a la voz de un pregonero,

    el pueblo escandalizaba:

    "¡Muera Jesús Nazareno!"

    Otra, de forma distinta:

    Pilatos, por no perder

    el destino que tenía,

    firmó sentencia cruel

    contra el Divino Mesías,

    y lavó sus manos después...

    Pedro el del Lunar nos recita otras saetas famosas. Ésta de Torres:

    Ahí lo llevas "adelante"

    "ar mejón" de los "nasíos",

    con los "ojos emparpitaos",

    el rostro "descolorió",

    del tormento que "I' han dao"..

    Y la siguiente, de Fernando el Herrero, de las Cabezas de San Juan:

    ¿Qué motivos dio "Jesús"

    "pa" que "asín" lo "martrataran",

    lo clavasen en la "Cru"

    y en su agonía se "gosaran"

    sin "conoser" su "virtú"?

    Don Antonio recuerda ahora que una vez Iba con Mariano Díaz de Mendoza, con D. José Villegas, con Antonio Fuentes y su mujer; se encaminaban a ver entrar la Virgen en la Iglesia de San Gil. Es sabido que la imagen entra de espaldas al templo para que la contemplen los fieles, que, enloquecidos, frenéticos, aplauden y gritan y vitorean. Casi siempre ocurre que el paso tiene que ser sacado otra vez del templo ante los ruegos y súplicas, y a veces amenazas, de los fieles. Ese día que recuerda Chacón, el público le descubrió cuando estaba en un balcón con las personalidades citadas. Y mil voces pidieron que don Antonio cantase. Y así fue; no hubo otro remedio. Una, dos, tres, diez, hasta doce saetas distintas tuvo que entonar. Otras tantas veces el populacho obligó a que saliese la Virgen. ¡Para verla y para oír cómo le cantaba Chacón!

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