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El diluvio en el siglo XXI

Antes, o sea, hace un par de milenios, Dios resolvía las cosas de los humanos de forma, digamos, más salvaje que ahora. No hay más que recordar lo de Sodoma. Los vecinos, cuatro gatos, se dieron al fornicio y a los placeres de la época...

el 16 sep 2009 / 06:27 h.

Antes, o sea, hace un par de milenios, Dios resolvía las cosas de los humanos de forma, digamos, más salvaje que ahora. No hay más que recordar lo de Sodoma. Los vecinos, cuatro gatos, se dieron al fornicio y a los placeres de la época (imagínense, cosas de niños comparado con los de ahora). Y Dios no se avino a reprimendas verbales. Les mandó unas lenguas de fuego y acabó con los vicios y con los viciosos del lugar. Todos quemados por guarros.

¿Que había desvíos en el recto proceder que dictaba la divina providencia? Pues se mandaba un diluvio y a empezar de nuevo. No puede negarse que los métodos divinos eran realmente expeditivos. Pero, claro, hasta Dios evoluciona y va cogiendo experiencia en esto de los castigos universales.

Todo parece indicar que al altísimo no le hacía ninguna gracia que la gente se pusiera a comprar casas, activos inmobiliarios de alto riesgo y demás actividades perversas. Ya se sabe, se empieza especulando en bolsa y se acaba en Villa Certosa con mujeres de pago, yates para broncearse sin bañadores y otras impudicias mal vistas por Dios.

Ante esta situación, creemos que Dios está detrás de la recesión económica como castigo ejemplar ante tanto vicio. Lo malo es que antes como el planeta estaba poco poblado, la bronca celestial afectaba a poca gente y salvar a los inocentes era más sencillo.

Ahora, en cambio, como está el globo que no se cabe, a Dios le ha resultado más difícil librar del castigo a los inocentes. Y así, estamos todos bien fastidiados sin un duro y con los ahorros pendientes de un hilo aunque no hayamos tenido culpa alguna de lo de Lheman Brothers ni invertido en lo de Madoff. Total que Dios se lo ha hecho bastante peor y hemos sufrido justos por pecadores.

Dicen los sociólogos que la gente se ha arrepentido de la vida de derroche y se ha vuelto, a la fuerza ahorcan, austera y recatada. Al extremo que hasta se divorcian menos. Esto último es lo que me ha convencido de que está la mano divina detrás del crack financiero. No le gustaba a Dios tanta soltura a la hora de cambiar de pareja y ha montado esto para salvar, entre otras cosas, la moral conyugal.

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