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El dolor de la derrota inmerecida

Hay formas y formas de perder, y la derrota que sufrió el Sevilla en el Ciutat de Valencia llegó de una de las formas más dolorosas. Y con Koné en el césped. ¿Por qué se le dejó jugar?

el 10 dic 2011 / 20:35 h.

Los exbéticos Nano y Juanlu celebran el definitivo 1-0.

Hay formas y formas de perder, y la derrota que ayer sufrió el Sevilla en el Ciutat de Valencia llegó de una de las formas más dolorosas. Cuando se juega mal, cuando se es peor o cuando en un partido disputado de poder a poder la balanza cae del lado contrario no hay nada que objetar. 

Pero cuando se es evidentemente mejor, se tiene más posesión y muchas más ocasiones que el rival las derrotas duelen y hacen herida por inesperadas e inmerecidas. Cierto es que no se puede calificar de excelente la actuación del Sevilla en la capital del Turia, pero sí se atisbó durante minutos que el juego del equipo sigue dando síntomas de mejoría, que el peso del partido lo llevaban los blancos y que estos no se escondían como en tantos otros encuentros.

Con todos estos ingredientes, sólo fallos clamorosos pueden dar aire a un rival. Y así fue el "gol de chiste" -Marcelino dixit- que entre Negredo y Javi Varas regalaron a Nano en vísperas de Navidad. En los diez mandamientos del futbolista destaca en negrita, subrayado y cursiva que un balón a punto de entrar en la portería propia hay que ponerlo en órbita con un patadón que lo reviente.

Que el vallecano no se mueve como pez en el agua en el área propia es evidente desde que llegó, pero no por ello se le puede dejar de exigir cierto sentido común en situaciones como éstas, que si salen bien pasan desapercibidas pero que si se yerran, como ayer, son tan decisivas como hacer goles en la meta contraria.

También Varas pecó de blandito por primera vez desde que es un fijo, pero se ha ganado un crédito que le concede el beneficio de la duda. Por cierto, en el gol participó un tal Arouna Koné -¿por qué se le dejó jugar?- que fue el que remató antes de la indecisión. Queda la duda de saber qué habría pasado sin el marfileño en el césped. Y es que los caminos del fútbol también son inescrutables.

En Valencia el Sevilla se veía por primera vez en mucho tiempo en la tesitura de redondear una buena racha en las posiciones que asegurarían el objetivo. Lo hizo casi todo para ganar, pero la cruda realidad es que está más lejos de un Levante al que habrá que tomar en serio mientras siga arriba. De optar a pasar la Navidad en Champions a estar a cinco puntos y a días de recibir al líder va un importante trecho. Sólo la nueva imagen más aseada que se muestra a ratos puede ser esa estrella de la ilusión que busca el sevillismo.

 

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