Economía

El dragado dinamita las relaciones entre la CES y Asaja y bordean ya la ruptura

Ricardo Serra dimite de la vicepresidencia de la patronal sevillana, aunque la organización agraria «de momento» no la abandonará. Se repite la tensa historia que el campo mantiene con la CEA.

el 09 mar 2014 / 22:00 h.

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Las relaciones entre la patronal agraria provincial Asaja y la Confederación de Empresarios de Sevilla han saltado por los aires a cuenta del proyecto del dragado del río Guadalquivir, que defiende con firmeza la CES a pesar del perjuicio que acarreará para los arroceros de la marisma y los regantes de toda la cuenca. El distanciamiento se ha materializado ya en la dimisión del presidente de la primera, Ricardo Serra, como vicepresidente de la segunda, después de dos décadas en el máximo órgano de la patronal que en la actualidad lidera el empresario constructor Miguel Rus. Ricardo Serra. Ricardo Serra. Esta marcha es confirmada a este periódico por el propio Serra, aunque niega que implique el adiós de Asaja de la CES. «De momento, no. Pero, insisto, de momento. No puedo descartarlo en el futuro», precisa. Es decir, la asociación agroganadera permanecerá como socio, pero no participará en los órganos ejecutivos al no estar conforme con algunas de las decisiones acordadas en su seno. «Si no estoy de acuerdo, no puedo seguir ahí. Es un acto de coherencia apoyado por mi organización». Tal dimisión fue comunicada por carta a Rus hace varias semanas –«no me ha respondido»– una vez que fue refrendada por la asamblea ordinaria de Asaja. Para dentro de dos semanas está convocada la de la CES, donde se informará sobre la renuncia y ésta ya será oficial. Curiosamente, cuando accedió a la presidencia en la primavera de hace dos años, tras la inesperada dimisión de Antonio Galadí y aupado por éste, Miguel Rus sólo mantuvo en el cargo a uno de los entonces cinco vicepresidentes: Ricardo Serra. Era lógico teniendo en cuenta la importancia que tiene el campo para la economía provincial. Pero desde el principio la relación fue tirante. De entrada, unas declaraciones del nuevo presidente restando importancia al negocio arrocero y defendiendo a ultranza el dragado enervaron a Asaja. Se corrió un tupido velo ante su inexperiencia y las matizaciones posteriores: había que compaginar los intereses de unos, los arroceros, y otros, los empresarios (turísticos, del metal, cementeros, etcétera) que exigían con urgencia la obra que dará mayor calado al río desde el Puerto de Sevilla hasta la desembocadura, allá en Sanlúcar de Barrameda. No es que los arroceros se opongan al dragado. Lo rechazan siempre y cuando no se acometan antes el proyecto para llevar directamente el agua dulce de los pantanos hasta sus campos, para así no regar del río, cuya salinidad crecerá al hacerse su caudal más profundo facilitando la entrada de las corrientes marinas –léase, más sal que daña el cultivo–, y la protección de las márgenes contra la erosión del oleaje. Sin embargo, los plazos para que el dragado se acoja a la financiación europea se agotan en junio –desde el Gobierno han sugerido la posibilidad de reprogramarla– y esta urgencia hizo que la CES, la Cámara de Comercio de Sevilla y los sindicatos UGT y CCOO concibieran un frente común de presión para reclamarlo no pronto, sino ya. La contestación de Asaja ha sido: ahí os quedáis. «Si se toman decisiones contra los intereses no sólo del arroz sino de los regantes de toda la cuenca, puesto que dragar implicará más desembalses para reducir la salinidad del río, no podemos compartirlo. Por coherencia, me voy». La del Guadalquivir no es la única discrepancia entre Serra y Rus. La reorganización interna emprendida por este último en la CES –con gente de su confianza y distanciándose de la etapa anterior y especialmente del secretario general, el histórico Moisés Sampedro, que tuvo que ser readmitido tras su despido– y los ajustes en la casa contribuyeron a enturbiar aún más las relaciones. Asaja también se fue en su día de los órganos ejecutivos de la patronal andaluza CEA, al considerar que no se prestaba la suficiente atención al sector agrario. Por primera vez en muchos años, Serra asistió en enero a la toma de posesión de un presidente, Javier González de Lara. Hay sintonía.

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