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El druida de los inciensos

¡Esto huele a incienso! La frase más repetida en estas fechas. Y es que el perfume de los santos hace su agosto en Cuaresma. Los puestos que comercian con el incienso ya están abiertos.

el 15 sep 2009 / 01:07 h.

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¡Esto huele a incienso! La frase más repetida en estas fechas. Y es que el perfume de los santos hace su agosto en Cuaresma. Son las diez de la mañana y los camareros del Centro preparan las mesas para los turistas más madrugadores. Los puestos que comercian con el incienso ya están abiertos. El punto de venta poco importa, pero la elección de la mezcla que te llevas a casa es tarea de los druidas que prepararan las fragancias. Es el caso del comerciante Adolfo Fiancés.

El tiempo se ha estancado en el número 17 de la plaza Jesús de la Pasión -conocida como la plaza del Pan-. Apenas llega a tener cinco metros cuadrados y sus paredes concentran, al menos, una docena de distintos tipos de incienso. Rico, rico. De repente, asoma una mano que sujeta unas tenazas con una pastilla de carbón y le dice a unos ingleses que chapurrean el spanglish: "No preocupar-se. No impor-ta el idioma" [mientras, se toca la boca con las manos]. Tú sólo tienes que oler". Efectivamente. Este druida del incienso es Adolfo Fiancés, un vendedor que rebosa sabiduría acerca del mundo del botafumeiro por los cuatro costados.

El olor que rodea a las hermandades en la Semana Santa es tan particular que son muchas las que demandan una seña de identidad. "Para que sea propia tiene que ser el resultado de una buena mezcla. Además, el olor tiene que ser siempre el mismo". Y aquí, es donde entra Adolfo. La altura y longitud de la iglesia; la preferencia por parte de los priostes de que el humo se mantenga en el altar o alcance la parte final cerca de los cepillos; o simplemente, el tiempo de combustión de las pastillas. Éstos son algunos factores en los que un buen vendedor de incienso debe fijarse para que el cliente quede satisfecho. "¿Sabes? Yo oriento a muchas hermandades, pero para mí, la maestra en este campo es la del Silencio", afirma Fiancés, que lleva en este gremio 28 años de los cuales ha dedicado buena parte a observar las características al detalle del olor que desprendían los vaivenes de los incensarios en Semana Santa.

Son las doce. Una pareja se acerca a la mesa observando los mejunjes que custodia Adolfo en su recoveco. "¿Éste que pone incienso cofrade qué lleva, a qué huele?" A lo que responde el dueño mientras espolvorea unas bolitas en una pastilla de carbón: "Pues un poquito de vainilla y cáscaras de naranja recogidas expresamente de la calle Mateos Gago y del Patio de Banderas", sentencia. El único inconveniente que presenta tanta concentración de olores es que comer en los bares de la zona supone correr el peligro de agarrar carraspera crónica mientras se saborea una deliciosa tapa de pavías de bacalao típica en estas fechas.

Lo más vendido. El incienso del Cristo de Burgos (de mezcla concentrada con una resina especial) y el cofrade son las preferencias de los compradores en lo que llevamos de año. Pero hay para todos los gustos. De limón, romero, vainilla, alhucema, de Sevilla? La calle Córdoba o Tetuán esquina con Jovellanos suponen otros puntos de venta ambulantes que embaucan con su humo. Los precios por bolsa oscilan entre los 2,5 y los 4 euros. Eso sí, el lote cofrade se completa con las pastillas de carbón a 2 euros.

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