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El 'efecto tolondrón'

Ya hasta los maniquíes de tallas grandes rozan la perfección con su lograda imitación de los bultitos de celulitis. ¿Estarán de moda?

el 20 ago 2011 / 19:41 h.

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"¡Fíjate lo bien hecho que está que le han sacado hasta los tolondrones!", le decía la otra tarde una señora mayor a otra al pasar ante el escaparate de una tienda de tallas grandes de Dos Hermanas. Los tolondrones, decía; qué palabra. Señala el diccionario que el tolondrón es un bulto en la cabeza, pero como la propia palabra da a entender por su pitracosa sonoridad, es en el muslo (y si acaso, también en la parte colgona de atrás del brazo) donde el tolondrón digno de ese nombre encuentra su hábitat natural y donde han sido anillados sus más lozanos ejemplares.    

Lo cierto es que la pierna de la muñeca, de una tersura apenas bulbosa y muy lozana, podría haber pasado desapercibida y como una más en un simposio de piernas con celulitis. Lo cual se hace extraño, no diga que no, en este mundo donde la perfección limita con los dieciséis años y donde a los adolescentes que alborotan en el aula (ellos y ellas) les hacen escribir cien veces No intercambiaré mi crema antiedad en clase de Conocimiento del Medio. Pero así es: existen, están en algunos escaparates incluso, como si no fuese pecado llevar grasa de contrabando escondida entre el hueso y la piel, como si las personas con una talla superior a la 42 tuvieran derecho a recubrirse con algo más que una sarga o jubón de yute adquirido en un polvero. Es una revolución, y los dueños de este comercio valiente de la calle Santa María Magdalena de Dos Hermanas se merecen tener mucho éxito.

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