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El Ejército respalda la revolución egipcia horas antes de la huelga

Las manifestantes continúan la presión en la calle pese al cambio en el Gobierno.

el 31 ene 2011 / 21:36 h.

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Un manifestante sostiene una fotografía del presidente egipcio, Husni Mubarak, caracterizado como Hitler.

Egipto sigue en pie de guerra. Los ciudadanos, a pesar del toque de queda, continúan manifestándose en las principales ciudades para exigir la marcha del presidente Hosni Mubarak. Ayer se volvieron a concentrar más de 250.000 personas en la plaza de Tahrir de la capital horas antes de la gran huelga general de hoy.

Además, ayer recibieron el respaldo del Ejército que consideró "legítimas" las demandas de la población. Este anuncio fue acompañado de la promesa de que no se recurrirá al uso de la fuerza.

En un comunicado, el estamento militar afirmó que "la libertad de expresión" está garantizada si se emplean medios pacíficos. Esta es la primera confirmación explícita de que el Ejército no disparará contra los manifestantes que se han echado a las calles de El Cairo y otras ciudades del país desde el martes pasado para tratar de forzar la dimisión de Mubarak, como ha ocurrido en Túnez. "Vuestras fuerzas armadas, que son conscientes de la legitimidad de vuestras demandas y están dispuestas a asumir su responsabilidad en la protección del país y los ciudadanos, afirman que la libertad de expresión por medios pacíficos está garantizada para todo el mundo", añade el comunicado.

La decisión del Ejército se produjo horas antes de la gran huelga general convocada para hoy martes por el Movimiento Opositor 6 de Abril para forzar la dimisión de Mubarak, según informó la cadena de televisión Al Yazira. El objetivo es reunir a más de un millón de personas en las calles de El Cairo.

Mientras tanto, los manifestantes desafiaron ayer un día más el toque de queda instaurado por Mubarak y que prohíbe permanecer en las calles sin autorización entre las 15.00 horas (14.00 hora peninsular española) y las 8.00 horas de la mañana. Unas protestas que se mantienen pese al cambio en el Gobierno.

Y es que Mubarak, en un intento de calmar los ánimos, tomó ayer juramento a los nuevos miembros del Ejecutivo. Tras el nombramiento el viernes de Omar Suleiman -jefe de los servicios de inteligencia- como vicepresidente y la designación de Ahmed Shadiq -excomandante de la Fuerza Aérea y ministro de Aviación Civil- como primer ministro, ayer designó al director del Departamento de Investigaciones Criminales y del Servicio Penitenciario, Mahmud Wagdy, como ministro del Interior en sustitución de Habib el Adli, cuyas fuerzas antidisturbios no consiguieron evitar que los manifestantes tomaran el centro del El Cairo la semana pasada. Al Ministerio de Finanzas llegó Samir Mohamed Radwan, quien procede de la Autoridad General para la Inversión. En el Ejecutivo permanecen el titular de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, que gana el estatus de viceprimer ministro, confirmando un cambio en favor del personal militar; y el ministro de Exteriores, Ahmed Aboul Gheit.

Cambios a medias. Tras los cambios el vicepresidente, Omar Suleiman, reveló que Mubarak, le ha encomendado iniciar un diálogo "con todos los partidos políticos" para acordar una "reforma constitucional". Pero estos cambios siguen sin convencer a la población y a la comunidad internacional
La Casa Blanca, uno de los principales aliados de Mubarak, defendió ayer la necesidad de que en Egipto todas las partes entablen conversaciones para resolver la crisis política y reclamó la celebración de elecciones "libres" en septiembre.

Mientras tanto, la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, confirmó la disposición de los Veintisiete de acompañar el proceso de transición democrática en Egipto pero rechazó que la UE deba decidir sobre la continuidad de Mubarak. En el mismo sentido se pronunció la ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez, quien advirtió de que Europa apoya "a países y gobiernos, pero no a personas en concreto". Más contundente fue el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien teme que tras tumultuosas e intensas las protestas el país podría convertirse en un régimen islámico al estilo de Irán.

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