Las Bodas de Plata soñadas. El Maratón Ciudad de Sevilla celebró en la radiante mañana de ayer sus 25 años de vida y lo hizo por todo lo alto, viendo pulverizadas las plusmarcas masculina y femenina de la prueba. Y no sólo eso: récord de participación, récord de público y más aún.
El etíope Haylu Abebe Dogaga y la portuguesa Marisa Barros fueron los autores de la proeza principal: el primero rebajó en 18 segundos el récord que había establecido el gallego José Ramón Rey (2h.10:49) en la mágica edición de 2001, acabando de paso con la tiranía de los atletas kenianos, vencedores los últimos siete años; la lusa fue más allá, ya que hizo añicos -le quitó casi tres minutos- la marca de 2h.28:59 de María Luisa Muñoz, vigente desde hace trece años.
Un brillante colofón para una edición redonda ya desde la misma salida en el Estadio de La Cartuja. Allí, bajo el globo que marcaba el inicio de la travesía de 42 kilómetros y 195 metros, se daban cita a las 9.00 de la mañana unos 3.700 corredores (3.902 fueron los inscritos y 3.704 recogieron el dorsal).
Entre la masa más o menos anónima, un ilustre veterano, el soriano Abel Antón, invitado por la organización para apadrinar tan señalada edición y justo cuando se cumplen diez años desde que se proclamara en este mismo escenario campeón mundial de maratón por segunda vez. A sus 46 años, su estado físico ya no le permite tantas alegrías, y el propio Abel ya advirtió que se retiraría tras los primeros sudores. Así fue: el soriano cubrió el primer kilómetro de carrera en el grupo cabecero, luego se fue descolgando hasta abandonar en el sexto kilómetro. "Estoy contentísimo, el estadio me ha traído recuerdos imborrables y la gente es estupenda", diría Antón ya en línea de meta.
Otro nombre propio era el del sevillano Antonio David Jiménez Pentinel, quien también había anunciado su concurso, limitado a una decena de kilómetros. Pero Penti, ya se sabe, no es amigo de paseos gratuitos y se puso en punta de lanza desde el arranque, llevándose consigo a ocho africanos, esos que sí habían venido a Sevilla a disputar: como de costumbre, mayoría keniana (James Moiben, Thomas Kipkosgei, John Ewoi, Jonathan Kipkosgei y Sammy Rotich), con el complemento de los etíopes Haylu Abebe y Adem Jemal y el eritreo Mesfin Tesfayohannes. Todos los favoritos, en definitiva.
El sanjuanero, viendo que los atletas negros conducían la carrera a tirones, no tuvo inconveniente en ponerse al frente y marcar el ritmo que le convenía, un ritmo que aguantó más allá de lo previsto, hasta el kilómetro 12. "Me he exprimido bien, hay que tener en cuenta que no es lo mismo correr delante que hacerlo detrás, resguardado", declaró en meta Penti, quien debió disfrutar hasta el punto de prometer: "El año que viene llegaré hasta la media y, si dios quiere, en 2011 la haré entera", añadió.
Sin el sevillano ya en ruta, el octeto que quedó en vanguardia alcanzó el kilómetro 15 sin novedad y con los kenianos Moiben y Ewoi corriendo con el gasto de llevar el ritmo. Y así hasta el ecuador de la prueba, en la Avenida de Montes Sierra, donde Ewoi marcó 1h.05:33 antes de detenerse como tenía programado. Quedaban siete delante y, algunos metros después, el salmantino Rafael Iglesias y el vasco Asier Cuevas (campeón de España en 2008) se destacaban para jugarse el título nacional, mientras que la lusa Marisa Barros ya era la primera fémina (1h.12:35) con más de cinco minutos de ventaja sobre sus perseguidoras.
Se llegaba así al kilómetro 25, en pleno corazón de Nervión, cuando en la misma rotonda de la Gran Plaza se desataban los movimientos decisivos. Moiben, keniano afincado en Guadalajara y doble vencedor del Maratón de Pekín, optaba por descolgarse (venía algo lesionado), lo mismo que ocurría con su compatriota Thomas Kipkosgei, reciente vencedor de la Sevilla-Los Palacios y que perdía fuelle ante los arreones de los etíopes.
Sorpresa etíope. Y es que los kenianos se habían quedado en inferioridad de buenas a primeras. Sólo Jonathan Kipkosgei (segundo en Sevilla en 2008) lograba aguantar el creciente paso de Abebe y Jemal, quienes volvían a la carga en Los Remedios para salir ya de Triana con 200 metros de margen sobre el superviviente keniano, mientras un Rafael Iglesias henchido de moral cabalgaba cuarto y a todo tren.
La sentencia estaba dictada y ya sólo quedaba dilucidar cuál de los dos etíopes iba a rubricar el primer triunfo de un atleta de ese país en el libro de oro del maratón hispalense. Pronto quedaron despejadas las dudas, ya que Haylu Abebe, de 23 años, soltaba a su compatriota y entraba como una centella en un Estadio de La Cartuja que rugía al comprobar que el récord de Rey estaba a punto de caer. Y así fue: cayó a manos de Abebe y también lo hizo el femenino ante una imponente carrera de Barros, que el miércoles cumple 29 años y que lo celebró con la octava mejor marca mundial del año.
Pero no quedó la cosa ahí, ya que otro portugués, Paulo Pinheiro, firmaba el récord del mundo de discapacitados psíquicos y Rosa María Macarro, a sus casi 40 años, remataba el festival de plusmarcas al batir con 2h.57:17 la de la mejor sevillana, que databa del año 1999, cuando Inmaculada Oliva corrió en 2h.58:05.
Un cierre perfecto al que contribuyó también el público, más numeroso que otros años.