«Muchas empresas están reaccionando ante el envejecimiento que está experimentando nuestra pirámide poblacional, comprendiendo que es necesario aprovechar el talento disponible de las personas mayores de 45 años. Pero los jóvenes sin experiencia tampoco pueden ser discriminados, ya que, de su incorporación laboral, depende la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones. Por ello, es imprescindible encontrar el equilibrio entre ambas fuerzas laborales si no queremos que nuestro sistema colapse». Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, habla así de un problema creciente sobre el que, por vez primera, las compañías andaluzas manifestan su preocupación: una fuerza laboral cada vez más envejecida que obligará a una también cada vez mayor convivencia intergeneracional. Para que se entienda: eso de las prejubilaciones masivas a partir de 48 o 50 años se acabó, al igual que esa confianza en una legión de jóvenes baratos (de bajos salarios) para sostener las plantillas de las empresas. Y sin olvidar tampoco los cambios sobre el consumo, sobre la oferta empresarial. En 2014, y según datos de Instituto Nacional de Estadística (INE) cotejados por la fundación, el índice de envejecimiento alcanza en Andalucía «su máximo histórico»: ya hay 90 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. ¿Qué significa? Que conforme avance el tiempo, habrá más jubilados que mantener y menos trabajadores en activo que los mantengan. Y esto último, además, tiene dos vertientes. Una: las prestaciones económicas y su impacto en las cuentas de la Seguridad Social. Y dos: la necesidad de garantizar la calidad de vida de unos mayores cuya esperanza de vida también aumenta. Eso sí, la andaluza sigue siendo la segunda comunidad autónoma menos envejecida de España. El promedio regional se coloca en un 90,5 por ciento, frente al 112,2 por ciento del estatal. Los extremos radican en Asturias y Galicia por la parte alta (200,2 y 184,1 por ciento, respectivamente) y en Murcia y Baleares (al margen de Andalucía) por la baja (79,3 y 90,9). Las conclusiones de la Fundación Adecco se recogen en su informe Directivos y RSE, que elabora por quinto año consecutivo y que da voz a 150 directores de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y Recursos Humanos de grandes empresas de España. Andalucía, aunque se mantiene como una de las comunidades menos envejecidas, «sigue una trayectoria ascendente». Previsión: «en menos de 10 años se invertirá la tendencia y habrá más personas mayores que jóvenes». Ante este récord de envejecimiento, dice el estudio, es necesario incentivar políticas «que se adecuen a los tiempos actuales y garanticen la sostenibilidad del sistema. «Cuando en España se fijó la edad de jubilación en 65 años, difícilmente los trabajadores podían jubilarse. La esperanza de vida era menor y, en muy pocos casos, las personas que llegaban a esa edad estaban en condiciones de trabajar. Después de 50 años, la edad de jubilación prácticamente no se ha modificado, habiéndose introducido un alargamiento de la vida laboral hasta los 67 años», opina Mesonero. Sin embargo, «y a pesar de esta prolongación de la vida laboral como medida clave para garantizar la sostenibilidad del sistema» , muchos mayores de 45 años siguen encontrando obstáculos en su acceso al empleo. «A estas alturas ya no tiene sentido discriminar por edad a una persona mayor de 45 años, pues muchas veces está en el ecuador de su vida profesional. Afortunadamente, los datos del informe arrojan que las empresas comienzan a ser cada vez más conscientes». Con carácter general, un 61 por ciento de los directivos comenta que la RSE no es decisiva en los proceso de decisión importantes de la empresa, sino que es un factor complementario. Por el contrario, un 39 por ciento destaca que sí constituye un aspecto clave. «Este último porcentaje irá creciendo, porque es lo que la actual sociedad demanda. La RSE ya no descansa bajo el principio de la voluntariedad si las empresas quieren cumplir las expectativas que los ciudadanos tienen de ellas».