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El espejo de Cuenca

Parece econsustancial con el sevillano el encapsulamiento en su Semana Santa y la inutilidad de salir de este entorno, pues lo tenemos todo, nada hay que aprender y...

el 15 sep 2009 / 00:33 h.

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Parece econsustancial con el sevillano el encapsulamiento en su Semana Santa y la inutilidad de salir de este entorno, pues lo tenemos todo, nada hay que aprender y, por supuesto, tenemos las mejores cofradías del orbe cristiano. Cierto es que debemos estar orgullosos porque Sevilla es referente y modelo para muchas ciudades, especialmente en las que no hay demasiada tradición semanasantera, o en las que aceptan la convivencia de nuestro estilo con el de sus precedentes. Por ello sentimos la lógica satisfacción de nuestra singular e imitada Semana Santa, dentro y fuera de los límites locales.

Esto no ha de impedir que nos abramos a los demás; al contrario, que llevemos a quienes nos lo solicitan, a quienes nos admiran, a cuantos quieren tomar lo bueno de nuestras vivencias y logros lo que les ayude a crecer y perfeccionar su labor cofrade.

Pero también hemos de ser humildes para aprender de encomiables gestiones y buenos usos. Es el caso de la Junta de Cofradías de Cuenca (45.000 habitantes), que ha logrado, con la ayuda de fondos europeos (unos 210.000 euros) y otras aportaciones, hasta completar los cerca de 600.000 de su coste, rehabilitar un antiguo edificio y ubicar su sede en él, con cuatro plantas, ascensor, múltiples salas de reuniones y despachos, ocupando una superficie útil de 2.400 m2 y un museo interactivo de la Semana Santa en el que no hay expuestas tallas ni insignias algunas para entender, a través de distintas salas contiguas, a las que te conduce el propio montaje audiovisual, cómo viven esta fiesta religiosa universal los conquenses. Y nosotros, superando en nazarenos a los habitantes de la ciudad castellana, tenemos un edificio del Consejo con excesivas carencias.

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