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El estuario del río es como un 'enfermo crítico', dicen los científicos

El Guadalquivir enfermó a final de 2007 por un empacho de sal y de barro. Un año después, lo peor ha pasado. El mal tuvo causas naturales, una mezcla de lluvia torrencial, fuerte viento y marea alta. Ahora se sabe qué pasó, y también que en cualquier momento puede repetirse. El estuario, dicen los científicos, es "como un enfermo crítico".

el 15 sep 2009 / 21:42 h.

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El Guadalquivir enfermó a final de 2007 por un empacho de sal y de barro. Un año después, lo peor ha pasado. El mal tuvo causas naturales, una mezcla de lluvia torrencial, fuerte viento y marea alta. Ahora se sabe qué pasó, y también que en cualquier momento puede repetirse. El estuario, dicen los científicos, es "como un enfermo crítico".

"Nuestro dictamen es negativo, claramente. Cualquier desequilibrio en el río, una simple borrasca que traiga mucha lluvia, puede volver a alterar la naturaleza del río. Si queremos dejar un estuario sano a nuestros nietos hay que actuar ya, con tiempo, porque es lo que requiere la ciencia, pero también con total diligencia". Es el diagnóstico sobre el Guadalquivir del mejor doctor que hoy lo puede tratar, el catedrático Miguel Ángel Losada, responsable del Grupo de Dinámica de Flujos Ambientales de la Universidad de Granada.

El profesor ha sido el encargado de coordinar el trabajo de los especialistas de cuatro campus andaluces -el suyo propio más los de Córdoba, Huelva y Cádiz- y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), gracias al cual se ha podido aclarar qué le pasó al río el pasado año para que quintuplicase sus niveles ordinarios de sal y lodo.

Sus conclusiones apuntan a que la mano del hombre no está directamente implicada en la crisis del Guadalquivir, sino que las causas de sus desajustes son naturales. El río hoy está más sano que un año atrás, pero aún necesita un severo tratamiento para curarse, ya que el estuario -el tramo comprendido entre Alcalá del Río y la desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)- "está totalmente desequilibrado" por la escasez de biodiversidad, los excesos de sal y lodos y la erosión de las riberas.

Losada sostiene que su trabajo ha sido señalar el problema, lo que no implica dar las soluciones. Eso sí, le exige a los políticos, de los que depende el buen estado de las aguas, que lo hagan. "Dentro de dos meses comienza a reunirse un órgano de gestión con representación de administraciones, técnicos y usuarios y de ahí debe salir el compromiso de salvar el río. Sí proponemos que se haga una toma de posición basada en el riesgo, porque es la única manera de actuar ya sobre lo que falla. Que ellos decidan y dejen trabajar a los científicos con calma, así habrá resultados, aunque no hay soluciones mágicas", sostiene.

Viento, marea, lluvia. Losada y su equipo han advertido esta "debilidad extrema" del río durante el estudio, de un año de duración, con el que han revisado por qué se habían disparado los niveles de sal y barro en el río. En la primera fase del estudio, examinaron de dónde venía el río, es decir, todos los datos medidos entre 1980 y 2007 de viento, marea, sal y sólidos en suspensión. De ahí surgió una primera conclusión: la crisis del pasado año "vino precedida de numerosos antecedentes y en absoluto se puede hablar de un caso único". "Hemos tenido precedentes peores", dice el catedrático.

Después vino el análisis de los parámetros de 2007, los que han dado con el origen de los males del río. Al parecer, los ocho meses anteriores a noviembre de 2007 -cuando se detectaron los primeros niveles anormales- fueron muy secos; luego llovió "muchísimo", con lo que todos los sólidos que portaba el río fueron arrastrados al estuario.

Entre noviembre y abril hubo dos grandes tormentas, muy intensas, incluso en días consecutivos, lo que hizo que se arrastrase gran cantidad de lodo de las laderas. Con tantos sólidos, el Guadalquivir perdió la capacidad de transportar agua, de mil metros cúbicos por segundo a entre 0,6 y 1, lo que se traduce en "un enorme potencial de erosión de lecho y las márgenes" y explica que al agua se mezclara aún más con el barro. Así se explica el factor lluvia.

Luego viene la marea, que mete agua salada, la mezcla con la dulce y la vuelve a sacar. En estos meses, introdujo más agua salada de la que sacaba, por culpa de los fuertes vientos que soplaban hacia el interior. Si lo normal es que el agua se recicle en unos 14 días, ahora estaba tardando entre 60 y 100. En vez de mover 250 o 300 metros cúbicos por segundo, como es lo habitual, la marea de Guadalquivir no sacaba más de 50.

"El viento retrasaba la capacidad de recuperación de las aguas lo que, unido al barro, hizo que el estuario pasara de transportar 25.000 metros cúbicos de sólidos en suspensión por segundo en septiembre de 2007 a llevar 2,5 millones en diciembre", apunta Losada. "Es como si hubiera 100.000 camiones con cubas de 20 metros cúbicos vertiendo a la vez en el río". Ese "cóctel" explica lo ocurrido, y Losada confía en que "saber las causas ayude a evitar que se repita".

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