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El excéntrico genio que popularizó el ajedrez

El estadounidense Bobby Fischer, uno de los más grandes mitos de la historia del ajedrez, murió justo en el lugar en donde había logrado el triunfo más grande de su carrera: en Islandia.

el 14 sep 2009 / 22:54 h.

El estadounidense Bobby Fischer, uno de los más grandes mitos de la historia del ajedrez, murió justo en el lugar en donde había logrado el triunfo más grande de su carrera: en Islandia, donde conquistó el título mundial al derrotar a Boris Spassky en 1972.

A los 64 años, exactamente el número de casillas del tablero, Bobby Fischer murió casi en el olvido después de haberlo sido todo en el mundo del ajedrez, el genio que lo universalizó y cuyas excentricidades sirvieron también para dignificar una profesión de la que muchos han podido vivir con dignidad gracias a él.

El duelo contra Spassky en Reikiavik, a 24 partidas, fue un enfrentamiento dramático cuyo desarrollo mostró todos los rasgos fundamentales que caracterizaban la personalidad genial y compleja de Bobby Fischer. Sus manías, por ejemplo se negaba a jugar en una silla, dieron tanto que hablar como el desarrollo de cada partida en un duelo en el que Fischer se había propuesto poner fin a la hegemonía soviética.

Los enemigos de Fischer aseguraban que debajo de la silla giratoria había un ordenador que explicaba por qué había tomado la delantera en el duelo del siglo. En un momento dado Fischer exigió, con éxito, que desaparecieran las cámaras de televisión de la sala porque le impedían concentrarse.

Caracterizado por un juego agresivo e innovador, llegó a la final del Mundial contra Spassky con 29 años de edad tras haber derrotado al ex campeón del mundo Tigran Petrosian. Spassky, defensor del título, ganó las dos primeras partidas. Fischer ganó la tercera y a partir de ese momento dominó a su antojo.

Tras coronarse campeón del mundo, Fischer había logrado su meta y prácticamente desapareció de la vida pública. Llegó a decirse que se había refugiado en un monasterio budista. Se negó a defender el título, que terminó siendo declarado vacante y conquistado por el ruso Anatoly Karpov. Todo ello contribuyó a la leyenda y en la vida de Fischer es difícil distinguir entre la realidad y el mito.

Hubo quien quiso convertirlo en un héroe anticomunista, en un modelo de patriota estadounidense, pero en 1992 reapareció y, quebrando el boicot internacional a la antigua Yugoslavia, reeditó su duelo contra Spassky, a quien derrotó en Belgrado en medio de una aguda crisis en el país. Fischer pensó vivir en Yugoslavia, convertida en la enemiga de Europa Occidental y de Estados Unidos, y más tarde, contraviniendo las leyes USA, estuvo en Cuba. Todo ello lo lleva incluso a ser perseguido con orden de detención emitida por el FBI.

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