¿Qué hubiera pasado si esta semana se hubiera producido un robo en el Museo del Prado, la principal pinacoteca del país? ¿Qué repercusión hubiera tenido en la opinión pública? Nadie se equivocaría al responder que, con independencia del valor del objeto sustraído, no sería una simple anécdota. Pues bien, casi una semana después de que la dirección del Museo de Bellas Artes de Sevilla se percatara (como ocurrió el pasado viernes) del robo de la cruz que porta la escultura Santo Domingo penitente (1605), de Juan Martínez Montañés, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que gestiona la pinacoteca, se empeña en seguir asegurando que "es un hecho sin importancia", anecdótico, por el simple motivo de que la cruz no es la original.
Atrás quedan, entonces, las deficientes medidas de seguridad que han dejado en evidencia este hecho, las difíciles relaciones entre el personal del museo y la Delegación Provincial de Cultura y el temor de que cualquier ciudadano pueda atentar contra su patrimonio histórico-artístico con la más absoluta libertad. Y es que el asunto, en manos de la Dirección General de la Policía Nacional, plantea una serie de problemas para su resolución. Como ayer explicaban fuentes de la investigación policial, el principal escollo es que "no se sabe cúando se produjo el robo", lo que está ralentizando los trabajos de investigación. "Hay que visionar una por una todas las cintas grabadas por las cámaras de seguridad en las últimas semanas". De momento, no se ha dado aún con el momento ni con la persona que sustrajo la cruz.
La segunda pata de este embrollo, y no menos importante, es el valor de la pieza sustraída, una escultura de la serie de santos penitentes realizada por Juan Martínez Montañés, figura clave del Barroco sevillano y máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería. Y es que, a pesar de haber insistido en todo momento en que la cruz carece de valor patrimonial -"es una simple reproducción", insistían ayer desde el servicio de prensa de la Delegación Provincial-, la poquísima información ofrecida a los medios contraviene en múltiples contradicciones. A saber: el propio delegado Bernardo Bueno atendía el lunes a El Correo por teléfono y aseguraba que la cruz "podría tener un siglo de antigüedad, no más" y remitía a los periodistas a un informe que estaba elaborando el Departamento de Protección del Patrimonio Histórico de la Delegación para conocer el alcance real de la pérdida. Pues bien, ayer mismo, después de solicitar insistentemente el documento, las fuentes consultadas negaron la existencia de dicho informe, argumentando que la pieza "no está documentada", "no existen estudios previos sobre la cruz". ¿Es o no, entonces, la original?, ¿Tiene un siglo o se desconoce su antigüedad? Preguntas que quedan ahora sin respuesta.
Oposición. No obstante, el terrible suceso no ha despertado el interés tan siquiera de la oposición (Partido Popular e Izquierda Unida), que tuvo ayer la oportunidad de enfrentarse con la consejera de Cultura, Rosa Torres, en el pleno del Parlamento, y a la que no se le planteó ninguna pregunta de urgencia. ¿Tan poco importa la falta de seguridad y el desconocimiento que parece tener el museo de su propio patrimonio cuando hablamos de la segunda pinacoteca más importante del país después del Prado?