Aquí van las siguientes reflexiones sobre tres mujeres que ocupan cargos de gran relevancia institucional y política en la escena pública española: "La ministra de Defensa, Carme Chacón, fue elegida para esa responsabilidad por estar embarazada en el momento de su designación. Nadie puede negar que resultaba tremendamente vendible la imagen de una mujer en ese ministerio, máxime con barriga y vestidos premamá".
Y sigue: "La ministra Bibiana Aído es ahijada de Chaves, cuando no existían los bautizos laicos. Estoy convencida de que si tuviera que elegir, ahora preferiría una ceremonia hortera de Zerolo". En cuanto a la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, "es evidente que dadas sus cualidades, si fuese hombre no ocuparía el cargo que desempeña". Aunque lo parezca, no se trata de la típica conversación informal sobre política que se pueda mantener en la terraza de un bar o mientras se toma el sol en la playa. Aparecen en el blog de la vicesecretaria general del PP andaluz, Esperanza Oña, quien se despacha con este aire displicente hacia sus colegas del PSOE, a las que resta la posibilidad de tener algún mérito.
A Esperanza Oña no hay que pedirle que practique una suerte de solidaridad femenina que entra en el terreno de lo personal, pero sus reflexiones son inaceptables, más si cabe desde la responsabilidad que ostenta. El tono despectivo que emplea entra en la categoría de los exabruptos y no puede ampararse en que se expresaba en esa especie de diario personal en que se han convertido los blogs en internet. Es una representante pública, y lo es las 24 horas del día.
Es más, si se sigue su línea de pensamiento, también se podría ser igual de injusto con ella, pues habría que deducir que su ascenso en el PP tiene que ver con el hecho de que es mujer o que, por ejemplo, el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal está ligado a que venden mejor en los medios de comunicación que Acebes y Zaplana y no a su trayectoria en el ámbito político.
