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El final de la cuenta atrás

No quedó convencido del todo Kublai Khan con el relato de Marco Polo sobre la ciudad efímera cercana a Hispalia y por eso volvió a llamarlo una noche en la que el sueño se negaba a recogerlo.

el 16 sep 2009 / 02:09 h.

No quedó convencido del todo Kublai Khan con el relato de Marco Polo sobre la ciudad efímera cercana a Hispalia y por eso volvió a llamarlo una noche en la que el sueño se negaba a recogerlo. Lo recibió sin edecanes ni lacayos en el Salón de los Cien Dragones de Jade, invitándolo a sentarse frente a él, solos, separados únicamente por un brasero cuyos tizones habían sido regados de hierbas aromáticas.

-No me contaste, Marco, si viste el modo en que, después de esos cortos días la ciudad desaparece ni de qué forma sus habitantes abandonaban el lugar.

-Vi, Sire, como aquel inmenso llano y sus cientos de miles de lámparas se apagaban una noche; vi apilar rápidamente los enseres más diversos para cargarlos y contemplé el lento caer, unos tras otros, de los techos de colores de sus casas; paseé, cuando ya todo estaba semidesierto y convertido en el esqueleto de una urbe, entre montones de alimentos sobrantes, por medio de las ristras de faroles de papel que el aire movía a su antojo. Recorrí las calles que habían dejado de serlo. Comprobé desde todos los puntos cardinales que la ciudad había dejado de existir.

-Y quienes habían vivido allí, ¿cómo se fueron?

-Salieron del recinto con voces apagadas, casi entre susurros.

-¿No volvían la cabeza para mirar cuanto dejaban? Ninguno. Pregunté eso mismo a uno de ellos y me dijo: los hispilianos no somos como los demás ciudadanos del mundo; tenemos nuestro propio modo de andar, el de la curvatura terrestre. Poniendo la vista en lo que está delante de nosotros, la ciudad que dejamos será invisible durante todo el año pero volveremos a verla cuando lleguemos al punto de partida. Caminamos en círculo.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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