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El fiscal dice que la norteamericana asesinada en Sevilla lo fue estando inconsciente y que fue una carnicería

el 17 abr 2012 / 13:40 h.

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La profesora Laura Cerna.
La Fiscalía de Sevilla ha mantenido su petición de 25 años de  cárcel por un delito de asesinato para Antonio Gordillo, el joven  acusado de la muerte de la norteamericana Laura Cerna en agosto de  2010, y ha asegurado que el crimen, que ha tachado de "carnicería",  se produjo en el cuarto de baño de la vivienda del imputado estando  la víctima inconsciente y tumbada y sin que ésta pudiera, por tanto,  defenderse para tratar de impedir las puñaladas mortales.  

Durante la última sesión del juicio con jurado popular que se está  celebrando en la Audiencia Provincial, el Ministerio Público ha  mantenido su petición inicial de pena por un delito de asesinato,  descartando tanto la agresión sexual como el delito de profanación de  cadáveres, mientras que la acusación particular que ejercen los  padres y el hijo de Laura ha retirado la acusación de agresión  sexual, manteniendo su petición de 25 años de prisión por el delito  de asesinato y cinco meses por profanación de cadáveres.

De su lado, la acusación particular que ejerce el marido de la  víctima ha ratificado su solicitud de 25 años de cárcel por el delito  de asesinato y cinco meses por la profanación de cadáveres, mientras  que la defensa del encartado únicamente admite este último delito y  pide su absolución por el resto.  

Durante su intervención, el fiscal ha introducido algunas  modificaciones respecto a su escrito de acusación, donde mantenía que  Laura fue trasladada ya muerta al cuarto de baño y que, por tanto,  las puñaladas las recibió previamente y en el marco de una discusión  cuyo origen se desconoce, aunque ha dicho tener el convencimiento  personal de que el acusado quiso mantener relaciones sexuales y, ante  la negativa de la víctima, cometió el crimen.  

El fiscal ha considerado probado que Laura estuvo en la noche del  día de los hechos con su hijo y la novia de éste en Triana y en un  bar de la calle Betis, donde consumió cuatro cervezas, y a  continuación, como el alcohol no le había afectado y se encontraba en  condiciones para ello, cogió una bicicleta pública para trasladarse  hasta su domicilio. "Hasta ese momento no había consumido droga,  porque no era consumidora habitual", ha apostillado.  

"CHARLO CON EL QUE NO DEBIA"


Cuando llega cerca de su domicilio, decide tomarse una copa en un  bar de la calle Felipe II, lugar en el que "contacta" con Antonio  Gordillo, al que "no conocía de nada", un encuentro que se explica,  según el fiscal, porque Laura Cerna "era una persona muy abierta,  confiada, que entablaba conversación con cualquiera y que no tenía  maldad", pero en ese momento "charla con el que no de debe".  

Así, y en base a los informes forenses, ha definido a Antonio  Gordillo como un joven "agresivo, mujeriego, consumidor de alcohol y  ocasionalmente de drogas, y con antecedentes, pues incluso fue  condenado por arrancarle un dedo de un bocado a un hombre". En ese  momento, "la suerte le sonríe, porque conoce a una mujer joven,  abierta y desinhibida".

Tras ello, según ha proseguido el fiscal del caso en su informe  final, ambos se dirigieron al domicilio del imputado y, una vez en su  interior, "toman unas copas y el acusado le ofrece y hace que consuma  cocaína que llevaba él y no Laura", de manera que la mezcla de  alcohol y drogas hace que Laura "se torne en una víctima propicia,  pues una persona así es más accesible para todo".  

EL PUÑETAZO EN EL OJO "LE DEJA KO"

Posteriormente, se produce una discusión en el salón "cuyo origen  se desconoce", pues aunque el acusado ha mantenido que vino motivada  por su negativa a mantener relaciones con la víctima, "yo creo que es  al revés", y Antonio Gordillo golpea a Laura y "acierta a darle un  puñetazo en el ojo, que es lo suficientemente fuerte y contundente  como para hacerle perder el conocimiento".  

A su juicio, "ese golpe le deja K.O. y la hace caer al suelo,  estando obnubilada y sin saber lo que está ocurriendo", tras lo que  el acusado la  traslada "sin oposición" al cuarto de baño, "único  lugar de la casa donde se encontró sangre" y donde el imputado "se  plantea que hay que rematarla, porque si no puede denunciarlo y le va  a arruinar la vida". Así, va a la cocina, coge un cuchillo "y le  propina cuatro puñaladas" estando la víctima tumbada.  

La víctima, según los forenses, no tenía heridas de defensa por  arma blanca, por lo que el fiscal ha concluido que "no se dio cuenta  y no vio venir las puñaladas, dirigidas a la zona del corazón", por  lo que la intención del procesado "era matarla, acabar con su vida y  hacerle daño, pues no era necesario para matarla realizar esa  carnicería", ya que las puñaladas "le rompieron las costillas y  cartílagos; fueron hechas con una ferocidad tremenda e innecesaria".  

"FALTA DE HUMANIDAD"

Ha añadido que Laura "nunca representó un peligro para el acusado,  pues no tenía entidad física para defenderse, no estaba en  condiciones para ello tras consumir alcohol y cocaína y se encontraba  inconsciente", porque, a su juicio, "nadie se deja apuñalar sin la  más mínima resistencia". Tras ello, según su relato, la metió en la  bañera, va a por una maleta y ve que no cabía en la misma, por lo que  "se le ocurre cortarle la cabeza y un brazo", que metió en una bolsa. 

Todo ello supone "una falta de humanidad y un desprecio  absolutos", ha aseverado el representante del Ministerio Público,  quien ha criticado este hecho "atroz" y ha señalado que el objetivo  del acusado "era intentar ocultar el delito, por eso no existe el  delito de profanación de cadáveres". Posteriormente, limpió la casa  "minuciosamente" y llamó a un amigo para que le ayuda a deshacerse  del cuerpo, pero no lo consigue.  

Así, el acusado consigue que una mujer le preste un vehículo con  el que traslada la maleta al río Guadalquivir, mientras que de la  bolsa se desprendió posteriormente en el mismo río, al que en esa  ocasión acudió andando. "Todo estaba milimetrado, esa cordura y esa  frialdad no se corresponden con un tío harto de alcohol y drogas", ha  defendido, añadiendo que "no sufre ningún trastorno ni enfermedad  mental".  

En la última sesión del juicio, y antes de los informes finales,  han declarado dos peritos del Instituto Nacional de Toxicología, que  han explicado que no pudieron analizar si el acusado era consumidor  habitual de cocaína debido a que no contaron con suficiente muestra  de pelo para ello, aunque sí descartaron que consumiera alcohol y  otro tipo de sustancias estupefacientes.

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