Cultura

'El flamenco es una palabra mayor a la que no llego'

Arrasando en taquilla allí donde va, el cantante llega esta noche a Sevilla para presentar su nuevo álbum, 'Saldremos a la lluvia', el cuarto de su carrera en solitario tras hacer historia con El Último de la Fila.

el 15 sep 2009 / 06:41 h.

Arrasando en taquilla allí donde va, el cantante llega esta noche a Sevilla para presentar su nuevo álbum, 'Saldremos a la lluvia', el cuarto de su carrera en solitario tras hacer historia con El Último de la Fila.

-Su nuevo disco, Saldremos a la lluvia, fue grabado entre Girona y Grecia. ¿Cree en la existencia de una sensibilidad mediterránea?

-Algo de eso hay. Yo estudié Artes Aplicadas, pero siempre fui muy curioso y me hubiera gustado estudiar Bellas Artes o Historia. Uno no puede olvidarse de que el mundo antiguo estaba circunscrito a esa zona, Fenicia, Mesopotamia, el Antiguo Egipto... Todo eso me da aliento, me da calidez. Luego el Nuevo Mundo es otro nivel: tengo mucho interés por él, pero de otra manera. Para mí, que me gusta Green Day, Coldplay y Nirvana, que en el fondo soy un rockero, los laúdes y las cítaras tienen algo mágico. Y oír al Lebrijano o a Camarón me pone los pelos de punta.

-¿Tiene una deuda con el soniquete flamenco?

-Absolutamente. Mira, el primer grupo nacional que me impactó, y que llegué a ver en directo, fueron los Smah. Yo era muy fan de Zeppelin, de Jethro Tull, y de repente hay un grupo en Sevilla increíble, con ese Manuel Molina que casi ni se oía con el ruido ambiental, con ese garrotín... Y años después llegaron los que más me gustaban del panorama rockero-andaluz, Triana: esos directamente me fundieron.

-¿Qué cree que tenían para sonar tan diferentes?

-En la Península hubo tres focos de creatividad importantes: el rock mesetario, con Leño y demás; la fusión catalana, con gente como Iceberg o Jordi Bonell; y el rock andaluz, que fue un hallazgo excelente. Ese aire, esas líneas melódicas, fueron un fenómeno único en Europa, donde todo sonaba anglosajón. Aquí hubo más cojones, con perdón, para coger la batería y el bajo y hacer que sonara de aquí.

-Uno de los estudios que ha usado estaba en Creta. ¿Buscaba a Teseo, o al Minotauro?

-En todo caso a Ariadna [risas]. Exploré un trozo de isla que era como estar en Jaén: sol, olivares, buena comida, y músicos muy tranquilos. En realidad busco siempre que cada canción tenga colores nuevos, innovar, sorprenderme a mí mismo.

-Cada dos por tres salen músicos que le imitan a hasta en los movimientos. ¿Eso es un honor, o una prueba de lo difícil que es ser original?

-Ahí no puedo entrar. Sí te digo que mi obligación es buscar un nuevo Manolo García. Ahora, por ejemplo, sueno menos flamenquito, y me refiero a mis devaneos, porque el flamenco es para mí una palabra mayor a la que no llego. Lo bueno del pop rock es que es más ambiguo, te permite huir, cambiar de compás...

-Han aprobado el nuevo canon. ¿Qué se descarga Manolo García en el i-pod?

-Tengo un mp3 donde me voy pasando los cedés míos de toda la vida. Y mi opinión sobre el canon es que quienes deberían pagar a los autores son las plataformas de telefonía, las multinacionales, que se benefician de la situación. Este lío ha empezado sin mi permiso, ni el de Van Halen, ni el de Iron Maiden, ni el de Serrat. Si los fabricantes descubren que la música, el cine y el sexo gratis vende muchos miles de ordenadores, me parece muy perro que sea la gente de la calle la que tiene que pagar. Poner los caramelos en la puerta del colegio y luego pegar en la mano que los coge no es ético.

-¿Qué mudanzas o pérdidas separan al Manolo García de hoy del de antaño?

-Lo más evidente es que el camino se hace andando. Con los años el pudor, el sentido del ridículo, se acentúan. Esa veleidad, ese momento de ingenuidad y tontuna, lo tiene todo el mundo. Quién no se pregunta "¿Cómo me vestía así?" Pero en la música no me arrepiento de nada. Los Rápidos, Los Burros, cada canción, cada disco, -y ya son 16- me tienen encantado. No he engañado a nadie ni a mí mismo. Decidí ser músico con 13 años, y mañana [por hoy] tengo ganas de tocar en Sevilla.

-Allí donde va, cuelga el cartel de No hay billetes. El día que no sea así va a ser un drama.

-Bueno, no creas que no me crea también una sensación de responsabilidad muy grande. Con el No hay billetes no me relajo, todo lo contrario, me tenso como un arco, me digo una y otra vez que no puedo fallar, que no puedo fallarle a toda esa gente. Y en música, con frecuencia, fallar no depende de ti: puede ser un constipado, o un generador de luz que no va bien, o un chaparrón.. Pero hay que darlo todo.

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