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El francés acusado del crimen de la Barqueta admite que entró a robar, pero niega que matara a la víctima

Está acusado de acabar con la vida de un camarero hace 12 años, crimen por el que la Fiscalía pide una pena de más de 20 años de cárcel.

el 22 oct 2014 / 12:31 h.

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Dominique Philippeaux, el francés acusado de acabar con la vida de un camarero hace doce años, ha reconocido hoy en el juicio que entró en la vivienda a robar porque sabía que el fallecido, Francisco Carrasco Córdoba, tenía una caja fuerte en la vivienda y que le asestó varios golpes y que le ató las manos, pero ha negado que lo matara, pues cuando él se fue "estaba con vida". En el juicio también han declarado una vecina, que ha relatado los "golpes y sollozos de dolor", así como el agente de Policía y el cerrajero que abrieron la puerta, que han descrito un escenario dantesco. La víctima apareció maniatada, con una bolsa en la cabeza y con signos de haber sido torturada. La vista ha comenzado con la declaración del acusado, para el que el fiscal solicita 20 años y ocho meses de prisión por asesinato y robo con violencia en grado de tentativa, quien ha dicho, ayudado por un intérprete, que conoció a "unos italianos" mientras cumplía condena en una prisión de Francia y que fueron los que le dijeron que podía cometer un "golpe" en Sevilla. El francés llegó entonces a la ciudad y la noche del 8 de diciembre de 2002 acudió al número 23 de la calle Vib Arragel, junto a la Barqueta, con los italianos que fueron quienes le indicaron quien era Francisco. Cuando este fue a entrar le asaltó, empujándole al interior de la vivienda. "Cayó sobre sobre una mesa, se levantó y me dio un puñetazo en la boca", pero logró reducirlo en el suelo tras darle "dos o tres puñetazos" y le colocó unas bridas en las manos para que no se moviera. Fue entonces cuando lo subió hasta la primera planta, donde estaba la caja fuerte, cogiéndolo por las axilas. Sin embargo, no consiguió abrir la caja fuerte porque el fallecido no le dio las claves ni la llave. Poco después decidió marcharse del lugar porque dos hombres "llamaron a la puerta" y entonces "sintió pánico". Además, se produjo una llamada al móvil, que él tiró y pisó en el suelo por miedo. El francés insistió varias veces en la "importancia" de una llamada que recibió la víctima y que duró once segundos y cuya transcripción reclamó al tribunal, aunque no aclaró en qué momento se produjo ni el contenido de la misma. Según la versión del acusado, cuando por la ventana vio que los dos hombres que llamaron a la puerta se marcharon, decidió salir de la vivienda. "Me reuní con los italianos, me puse una sudadera porque estaba lleno de sangre y al día siguiente por la mañana me fui a Francia en tren", ha explicado, tras afirmar que está seguro que dejó con vida a la víctima porque cuando lo subió a la primera planta "conversaba con él". Además, el acusado ha negado que le pusiera una bolsa en la cabeza, y dijo que salió de la casa tirando de la puerta, "no cerré con llave". El francés también ha precisado que él "no tenía intención de matar a nadie" cuanddo vino a Sevilla y tampoco sabía qué se iba a encontrar en el interior de la caja fuerte. Es más, ha dicho que si sabía que había una caja fuerte era porque se lo dijo un italiano que podría ser amigo de la víctima. Tras el acusado ha declarado la vecina que vivía justo al lado del fallecido, quien ha relatado el pánico que sintieron ella y su madre ante los fuertes golpes que se escucharon poco antes de las doce de la noche, hasta el punto de que se movió la pared y un cuadro que había en la misma. "Escuché muchos porrazos, luego lamentos y llantos", a lo que añadió que "fueron unos porrazos brutales que incluso movieron un cuadro, mi madre estaba aterrada". La testigo ha dicho que llegaron a sentir tanto miedo que "no sabíamos lo que nos podía pasar" y que entonces decidieron llamar a la Policía. Sin embargo, no pudo precisar si los agentes fueron o no a la vivienda, pues "tuve que llevarme a mi madre a otra estancia para tranquilizarla, le subió la tensión y se puso muy mala". "Qué acabe esto por Dios", eran las palabras que la madre de la testigo repetía ante "los lamentos y sollozos de dolor que estaban escuchando". Por su parte, el cerrajero que acudió a la mañana siguiente a abrir la puerta ha contado que tras abrir entraron dos personas, una de ellas Antonio Mellado -el dueño del bar Tío Tom en el que trabajaba la víctima, que luego fue condenado por tráfico de droga-. El cerrajero ha contado que la casa estaba "patas arribas". Una descripción que coincide con la que ha dado un agente de la Policía Nacional que entró en la vivienda, quien ha señalado que "había sangre por todos lados" y que la víctima estaba en la planta alta con un plástico en la cara. El juicio continua con la declaración de la Policía Científica, los peritos que extrajeron el ADN que llevó hasta el francés, tras lo que se procederá a las conclusiones, con las que el juicio quedará visto para sentencia.

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