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El genio diminuto

el 11 abr 2010 / 10:56 h.

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El argentino Lionel Messi es una rara avis en el globalizado mundo del fútbol. El 24 de junio de 1987, y mientras el malogrado Raúl Alfonsín trataba de cicatrizar las heridas de Argentina con el juicio a las Juntas, el genio nacía en el añejo barrio de Grandoli, al sur de Rosario.

En las calles de su ciudad asombró hasta a su propio padre y confesor, Jorge Horacio Messi, que decidió que su hijo jugara con tan sólo cinco años ante chicos de mayor edad pese a que el reglamento de la Federación vetab aque el ‘10' fuese inscrito hasta que no cumpliese los 7. Messi era el ídolo de su distrito, aquel en el que un ojeador de Newell's Old Boys cazó a su padre camino de la fábrica para cerrar su fichaje cuando apenas alcanzaba los 8 años.

Dicen que cuando visitó las instalaciones del club rosarino por primera vez permaneció inmóvil ante el imponente cuadro de Isaac Newell, fundador del fútbol en la ciudad y pionero en la docencia argentina, que preside la entrada de las oficinas. Allí soñaba con emular a Diego Armando Maradona, su sombra hasta su consagración definitiva y su consejero tras su integración en la albiceleste.

Sin embargo, la vida había escondido un inesperado mazazo para Messi. En 1998, los especialistas de pediatría del Hospital Alejandro Posadas de Buenos Aires detectaron deficiencias en las hormonas de su crecimiento. Fue entonces cuando su madre, Celia María Cuccittini, ama de casa y educada en una familia de profundas creencias conservadoras, buscó un dinero extra trabajando de asistenta del hogar en el domicilio de uno de los directivos de River Plate.

La entidad de los millonarios, curiosidades del cruel destino, no asumió el coste del tratamiento, valorado en apenas 900 dólares mensuales. Y fue entonces cuando unos primos lejanos de Lleida idearon una solución. Messi asumía el reto de cruzar el Atlántico en busca de un paraíso, el fútbol español.

El director técnico del Barça en aquella etapa, Carles Rexach, era el encargado de supervisar la evolución de los chavales que aterrizaban en La Masía para probar fortuna. Apenas diez minutos y el fichaje se había perfilado con una firma del padre de Lionel en una servilleta de papel. En apenas unos meses encandiló a Can Barça en el filial y el 16 de noviembre de 2003, con apenas 16 años, debutaba en un amistoso ante el Oporto con Frank Rijkaard en el banquillo del once catalán.

El holandés declaró en un rudimentario castellano que el mediapunta era un elegido. Sus dotes de profeta se han sucedido al ritmo de la magia del argentino. Su progresión fue meteórica y el 16 de octubre de 2004 debutaba en Liga ante el Espanyol cuando sólo había cumplido 17 años. Fue, hasta la irrupción de Bojan, el canterano más joven en lucir la casaca azulgrana en un partido liguero y el tercero en hacerlo en un duelo de carácter oficial. Desde entonces fueron sucediéndose los elogios hacia el virtuoso sucesor de Maradona. En diciembre de 2005 la revista especializada Tuttosport le concedía el Golden Boy, galardón entregado al joven con más proyección de Europa.

Y se convirtió en una figura consagrada un irrepetible 18 de abril de 2007, cuando se zafó de hasta seis jugadores del Getafe antes de marcar uno de los goles más hermosos de la historia del Barça. Con el ‘10' a la espalda, sucesor de Ronaldinho, Messi fue encumbrado al estrellato gracias a su calidad y a su decisiva contribución a la época dorada del Barça, con el que consiguió conquistar el prestigioso Balón de Oro en2009. Ahora, y después de protagonizar una exhibición total ante el Arsenal tras anotar cuatro goles, o en el Bernabéu, amenaza con perpetuar su reinado mundial. El diminuto ya es ciclópeo. El encargado de guiar al Pep Team a la gloria vive en la tierra.

 

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