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El Gobierno trata de taponar la crisis tras el plante de Pizarro

El PSOE federal critica que "no se lo pongan fácil" a la ejecutiva andaluza.

el 05 abr 2011 / 20:46 h.

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¿Crisis qué crisis? Esa es la actitud con la que el Gobierno andaluz decidió encarar ayer el día después del terremoto político que supone el portazo que dio el exconsejero de Gobernación, Luis Pizarro, quien anunció su dimisión con la batalla interna del PSOE de Cádiz como detonante. La orden del presidente José Antonio Griñán es minimizar el conflicto y tratar de frenar una hemorragia política de impredecibles consecuencias. El aviso interno es claro, ahora toca concentrarse en las municipales y evitar cualquier batalla cainita.

Con esa intención se programó ayer la agenda del día y se coordinaron los mensajes de los líderes. A las diez de la mañana, ni siquiera 24 horas después de que Pizarro dimitiera, el presidente de la Junta presidió en San Telmo la toma de posesión del nuevo consejero, Francisco Menacho, quien participó en la posterior reunión del Consejo de Gobierno. La palabra más repetida ayer por parte de los dirigentes socialistas: normalidad. "El Gobierno gobierna y tras un cese viene un nombramiento. Hoy toca dar la bienvenida al nuevo consejero. Nos queda un año muy intenso por delante", ese fue el mensaje oficial que trasladó la consejera de la Presidencia, Mar Moreno. "Ni crisis ni inestabilidad, solo son cambios", defendió.

El intento de poner sordina al desencuentro interno llevó a afirmaciones tan drásticas como la del portavoz parlamentario del PSOE-A, Mario Jiménez, quien se jactó de que la crisis se había resuelto "en diez minutos". La tensa calma que ayer se vivió en la toma de posesión del nuevo consejero, en la que pesó la ausencia de Pizarro, fue significativa. Griñán fue muy breve en su alusión al exdirigente socialista, el último eslabón con la etapa de Manuel Chaves que quedaba en el actual equipo. Tuvo unas concisas palabras de agradecimiento por "su colaboración" y su "excelente trabajo".

Horas después, la consejera de la Presidencia fue un poco más allá y aseguró que "cada cual es responsable de los pasos que da". El más claro fue el portavoz parlamentario, que admitió que la marcha de Pizarro va a significar "un daño" que éste "no ha medido suficientemente".

Ayer fue un día de resaca política en el que se movieron pocas fichas internas, más allá del previsible cierre de filas en torno a Griñán y la actual dirección socialista. La ejecutiva federal del PSOE fue muy clara. Especialmente el vicesecretario general, José Blanco, quien salió en defensa de la actual ejecutiva regional que capitanea la secretaria de Organización, Susana Díaz. "El partido en Andalucía tiene fortaleza, mucha cohesión y muchas ganas porque hay un equipo de dirección nuevo", dijo Blanco quien añadió que a la nueva dirección del socialismo andaluz "no se lo están poniendo fácil", lo que le recuerda a él mismo, cuando llegó a a la dirección socialista en el año 2000.

También el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba habló de un "pedazo de partido", tildó de "exageración" hablar de crisis interna y apoyó a Griñán como candidato en 2012.

El detonante de la dimisión de Pizarro fue el relevo del delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz. Una decisión política que ayer materializó el Consejo de Gobierno nombrando a Manuel Jiménez Barrios en sustitución de Gabriel Almagro. Un cambio motivado por tensiones políticas entre la ejecutiva regional y el PSOE de Cádiz que lidera Francisco González Cabaña. Ayer Moreno aseguró que el objetivo era dar "un nuevo impulso" a ese cargo. En privado los dirigentes socialistas admiten que si se trata de librar batallas políticas internas "a golpe de BOJA" eso se ha hecho siempre.

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