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El Gordo viaja a Sanlúcar la Mayor: 62.246

La única administración de Loterías de la localidad reparte cuatro millones de euros de los diez décimos vendidos.

el 22 dic 2013 / 10:53 h.

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Por Horacio Raya y Francisco Veiga

Video: Manuel Hornillo (Youtube)

Juan Ignacio Jiménez, dueño de la administración de lotería de la localidad sevillana de San Lucar la Mayor descorcha una botella de champán. / EFE Juan Jiménez, dueño de la administración de lotería de Sanlúcar la Mayor, descorcha una botella de champán. / EFE El Gordo de Navidad se posó en la administración número 1 de Sanlúcar la Mayor, en el centro del pueblo, Ver mapa más grande pero muy pocos vecinos resultaron agraciados en esta localidad de 13.000 habitantes en el corazón del Aljarafe. Sólo se vendieron 10 décimos del 62.246, la serie 160. Ha sido, no obstante, la única ocasión en la que ha tocado allí el primer premio del sorteo, al menos en la memoria del alcalde, Antonio Manuel Pérez Márquez (PP). Que se sepa, los agraciados son un ingeniero de la planta solar, una familia de pescaderos de la plaza de abastos, dos trabajadores de bares a los que no hubo manera de localizar y otro de un concesionario de automóviles. La juerga que se formó alrededor del despacho el domingo por la mañana daba a indicar que le había tocado a todos los sanluqueños, en medio de la charanga multitudinaria y las sevillanas de un grupo desplazado desde Sevilla para animar la ocasión, Kafé pa 3: “Fuera las penas Viva la alegría porque en Sanlúcar ha tocado la lotería”, salía de la garganta cada vez más ronca y la guitarra de Carlos Varela. Todo ello contribuía a que no se notaran los apenas nueve grados centígrados de frío en una mañana que acabó regada en vino espumoso. Por cierto, que a los Kafé pa 3 les ha tocado un pequeño pico, pero sólo les dará para convidar a dos o tres amigos. Los números los vendió Juan Jiménez Carrión, actual titular de la administración de loterías más antigua del pueblo (28 años), que llegó a este puesto hace 10 meses, tras la jubilación del anterior lotero. Y su historia es un paradigma de eso de que la suerte trae más suerte. No en vano, Juan ejercía de bombero hasta que en el verano de 2005, yendo con la familia a la playa, paró a tomar café en la Venta El Pan, en Las Cabezas de San Juan. Allí fue a comprar el Cuponazo de la ONCE y pidió que acabara en 7. No quedaban pero le sacaron del terminal el 18.647 (serie 17). No se le olvida el número a Mercedes, su mujer. Ni la fecha: el 1 de julio de 2005 les cambió la vida. Juan, un enamorado de la suerte en general y de la lotería antigua en particular (tiene una magnífica colección de carteles, décimos, etc.), pidió una excedencia en el parque de bomberos y, con el dinero del premio, decidió montar una administración de lotería. Hace tres años abrió la primera, que regenta Mercedes, en Alcalá del Río, y luego otra en el Prado de San Sebastián y la de Sanlúcar, comprada a su antiguo dueño a principios de 2013. “La verdad es que ha sido llegar y besar el santo. Soy un tío con suerte”, decía eufórico Juan, natural de La Algaba y de 49 años. “Estaba viendo el sorteo en la tele con la lista delante y me he llevado una alegría inmensa, como si me hubiera tocado a mí”, admite este sevillano que ya piensa en adquirir otros dos despachos de lotería. Su historia contrasta con la de los exloteros: Conchi Rodríguez sigue viviendo justo encima del despacho que su marido dejó hace 10 meses, “y da coraje que toque el primer año que soltamos el negocio”. Tampoco el alcalde se cuenta entre los agraciados, pese a que es casi una institución en Sanlúcar comprar la lotería en la administración de la calle Juan Carlos I, casi pegada a la iglesia mudéjar de Santa María. Aunque le haya tocado a poca gente, cuatro millones de euros se notarán en la economía local, cuya principal lacra con la crisis es el desempleo: en el pueblo sobreviven 2.000 parados. Por contra, las arcas municipales están saneadas, con el pago a Hacienda y a la Seguridad Social al día, a los proveedores a 60 días y las “nóminas garantizadas”, expuso Pérez Márquez. Tampoco ha habido que cancelar ningún festejo navideño debido a la crisis. VICENTE Y SINTHYA SE CASAN Y ÉL PODRÁ CONOCER BOLIVIA Con un décimo en la mano que vale 400.000 euros y que en varios momentos de la mañana estuvo a punto de escurrírsele en el guirigay en el que se convirtieron los aledaños de la administración de loterías número 1 de Sanlúcar la Mayor, el ingeniero Vicente Lázaro atendió a las decenas de periodistas que querían conocer su historia. Este salmantino, afincado en el Aljarafe desde hace siete años, podrá ahora casarse con su pareja Sinthya. Los dos son padres de dos hijos. Vicente llegó a Sanlúcar la Mayor de la mano del inmenso proyecto termosolar que se levanta a pocos kilómetros del pueblo, según se baja la Cuesta de las Doblas. Trabaja para la multinacional andaluza Abengoa. Incluso antes de contraer matrimonio con su novia quiere deshacerse de su hipoteca. Una vez liberado de su carga inmobiliaria y formalizado el matrimonio la familia tiene previsto viajar a Bolivia para que los niños conozcan a sus abuelos y la tierra de su madre. Vicente apenas juega a la lotería más que cuatro o cinco veces al año y el Gordo es la primera satisfacción que le han dado los sorteos del Organismo de Loterías del Estado. Con Sinthya –que explica con paciencia cómo se deletrea su nombre, exótico en España– y los dos niños cogidos de la mano, intenta avanzar con dificultad entre el corrillo de periodistas y el muro de vecinos que lo palmean como si llevara toda la vida en Sanlúcar. “No me paré mucho tiempo a elegir el número”, explicó. “Compré el décimo hace un par de semanas porque era el más bonito de los que había expuestos”, apostilla mientras el billete a punto está de escurrírsele de entre los dedos. LA SUERTE FUE CONOCERSE EN LA REPÚBLICA DOMINICANA Pedro, Juande y Francis, los dos primeros de Sanlúcar y el tercero de Málaga, coincidieron de viaje en la República Dominicana y se hicieron íntimos amigos. Tanto que, hace apenas un mes, se reencontraron en el bautizo del hijo de Juande. Era domingo y Francis ya se volvía a Málaga cuando Pedro sugirió que compartieran un décimo de lotería. Se acercaron hasta el despacho de la calle Juan Carlos I pero se lo encontraron cerrado, de modo que el malagueño decidió postergar su regreso hasta el lunes para comprar ese boleto que, mira por donde, les ha cambiado la vida: 400.000 euros a repartir entre los tres amigos. El protagonismo mediático no fue tan equitativo sino que se lo llevó Pedro Macías. En parte porque su padre, Antonio, apareció pronto con Gabriela, la niña de casi tres años que tienen Pedro y su pareja, la brasileña Carolina de Souza. Antonio, ya jubilado, ha regentado durante 40 años la pescadería de la calle José Álvarez que han heredado Pedro y sus dos hermanas. Supone que su hijo gastará parte del dinero en viajar a Sao Paulo:“Seguro que va a ver el Mundial porque ya decía que quería ir antes de esto”, señala. El agraciado, de 34 años, confirma que irán “a ver a la familia de ella, que hace dos años que no los vemos”. Junto a Pedro aparece Juande, que trabaja en la Mancomunidad del Guadalquivir, aunque cede la palabra a su mujer Amparo, teleoperadora de Konecta y prima de Pedro, que no sabe “en qué lo vamos a gastar”, aunque ya se ha hecho los cálculos, retenciones de Hacienda inclusive:“Son casi 17 millones de pesetas”. Francis, que venía desde Málaga, está parado y tiene dos mellizos. “Es al que mejor le ha venido”, repite Pedro. Juntos lo celebrarán comiendo en la Venta Pazo, el mismo cliente que obligará a Pedro a levantarse este lunes a las cinco.

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