Hay empates que tienen sabor a derrota, y el cosechado ante Osasuna es un claro ejemplo. La afición del Sevilla ha mostrado su malestar por el juego del equipo con más fuerza que nunca y todas las miradas se dirigen hacia el entrenador, cuyo futuro se pone en juego en cuestión siete días.
El consejo de administración, con su presidente José María del Nido a la cabeza y la dirección deportiva, comandada por Monchi, han defendido siempre a Jiménez. Lo hicieron siempre la pasada campaña y lo han hecho siempre en la actual. El pasado mes de mayo, tras presentar su informe a los rectores de la entidad, Monchi explicó, en su evaluación del trabajo del arahalense, que "teniendo en cuenta los pros y los contras, los primeros golean a los segundos". "En condiciones normales su capacidad se verá todavía mejor reflejada en los resultados, que por otra parte ya han sido muy buenos", añadía.
A juicio del director deportivo, era "irrefutable desde el punto de vista matemático" que el Sevilla fue el tercer equipo de la Liga desde que Jiménez se hizo cargo del mismo, "aunque no lograse el objetivo de la Champions". "No sólo hemos tenido en cuenta los números para tomar la decisión de dar continuidad a su trabajo", puntualizaba en su argumentación de la apuesta por Jiménez para la temporada 2008/09.
Ahora, el consejo se encuentra ante un gran dilema. El equipo, que partía como segundo cabeza en la Copa de la UEFA tras el Milan, ha sido eliminado a las primeras de cambio en una liguilla donde se clasificaban los tres primeros de un grupo de cinco. El varapalo fue calificado como un "rotundo fracaso" por el presidente, que exigió arreglar esa debacle en la Liga y en la Copa.
El papel del equipo en el campeonato no puede calificarse de malo, porque firmó un inicio histórico y ahora ocupa el cuarto puesto. Sin embargo, la defensa a ultranza de los resultados hecha desde el propio club choca ya frontalmente con las sensaciones que transmite este Sevilla. La muestra más clara se vio el domingo, con pañuelos y silbidos de un importante sector de la afición en señal de disconformidad con el rendimiento ofrecido, y no puntualmente ante Osasuna, sino en los últimos meses.
Además, esas sensaciones vienen calando seriamente en el propio consejo. Partiendo de la base de que el plantel está capacitado para dar mucho más de sí, todo el mundo ve que el juego que propone Jiménez dista mucho de ése, espectacular, que se hacía antes. Se han ido jugadores y han llegado otros, pero permanecen Palop, Escudé, Navas, Capel, Adriano, Kanouté, Luis Fabiano... En definitiva, no se puede decir que se carece de mimbres para luchar por los objetivos con muchas más garantías y mejor fútbol.
Por todo ello, la figura de Jiménez está más en entredicho que nunca. En cuestión de siete días, con un partido de Liga por medio ante el mismo rival, el Sevilla sabrá si se clasifica para cuartos de final en la Copa. Tres pruebas de fuego ante el Dépor que deberá superar el técnico si quiere seguir al frente del plantel, porque a día de hoy nadie puede decir que su continuidad esté asegurada. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si mañana pierde, Nervión vuelve a clamar y las miradas se dirigen al palco? La consonancia que existía entre la directiva y la dirección deportiva ya no existe. Sin que nadie lo diga abiertamente, porque eso nunca sucederá, el crédito del técnico ha disminuido, y mucho. El ambiente está calentito, toca enfrentarse a un rival en racha... Todo está en manos de Del Nido y Monchi.