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El gran monumento se hizo Iglesia

Admirado me quedé el primer día que acudí a ver el nuevo Salvador. A mi mente acudió un fuerte deseo de agradecimiento a cuantos habían colaborado en la finalización de tan colosal proceso.

el 15 sep 2009 / 00:53 h.

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Admirado me quedé el primer día que acudí a ver el nuevo Salvador. A mi mente acudió un fuerte deseo de agradecimiento a cuantos habían colaborado en la finalización de tan colosal proceso. Al ser requerido por un reportero de Canal Sur para que describiera lo hecho, tras realizar un recorrido técnico, observé que el gran cuerpo estaba falto de alma. Era monumental, pero...

El pasado martes, la Virgen del Socorro completaba aquel mercedario. Pero como en casa? con un elegante (como Ella) y justo (al señorío y generosidad de la Hermandad del Valle) corolario de la frase? A pesar de todo. En estos cinco años, la Anunciación se ha llenado de verdadera fraternidad cofrade. He sido testigo del respeto y convivencia de dos hermandades que nos han descrito día a día el sentido de sus advocaciones: acogida y amor. La llegada de La Borriquita nos ha recordado que lo importante es que los niños sigan buscándole, como yo escudriñaba en brazos de mi padre entre los ropajes de las figuras hasta descubrirle junto al pollino. Ése es el comienzo de un magisterio: el de sus manos dulcemente alzadas que transmiten las claves para su lenguaje. Poco a poco, como se mece su paso, esas manos irán bendiciendo el pan de la Cena, extendiéndolas gentilmente para invitar al Prendimiento, abrazando la cruz de la infamia y del Poder de su Pasión, para terminar siendo horadadas por Amor a su prójimo.

Con el Amor fue otra la reflexión en el recuerdo. El niño que se escondía al ver pasar a los nazarenos negros que abrían la comitiva va avanzando mesuradamente hasta el filo de la acera, para terminar intentando quedarse dormido sobre aquel manto de rojo clavel de sangre, al quedar aturdido por el derrumbe armonizado de la muerte de Amor. Todo se completaba ayer con un cuaresmal Pentecostés de corta romería; Sevilla volvía donde siempre. Y El Salvador se había llenado por fin de sacramentalidad, penitencialidad y gloria. La calidez de Dios y María se hicieron presentes. El retablo se hizo altar, la admiración devoción? La colosal obra de arte, Iglesia viva.

¡Que Dios os lo premie!

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