Cultura

El Guincho, la explosión del sonido y el baile

La variedad estilística de los grupos del cartel volvió a ser uno de los puntos fuertes del South Pop Festival en su segundo día.

el 15 sep 2009 / 04:11 h.

La variedad estilística de los grupos del cartel volvió a ser uno de los puntos fuertes del South Pop Festival en su segundo día. El retraso de los conciertos volvió a marcar una jornada en la que a la juventud y la frescura de bandas como Nisei, Grande-Marlaska o El Guincho se unió la veteranía y la sobriedad de Barry Adamson y Aidan Moffat.

Había muchas ganas de escuchar buena música, de bailar y ver por fin las propuestas de algunos de los artistas más reconocidos del panorama independiente como el jovencísimo e irreverente El Guincho. El espectáculo no defraudó, pero sí se dejaron notar algunos retrasos en los conciertos que provocaron el enfado de más de un fan: "El concierto estaba programado para las 2 de la madrugada y ha empezado casi a las cuatro y media", comentaba uno de sus seguidores.

El canario Pumuky fue el encargado de romper el hielo en una actuación en la que también se subieron al escenario componentes de otras bandas como Abrahan Boba o Pepo Márquez, de Grande-Marlaska y The Secret Society. Los temas de su álbum debut, Los exploradores perdidos, fueron el aperitivo de una noche intensa.

Si algo les sobre a Nisei es actitud. Los catalanes fueron los encargados de desplegar toda la artillería hardcore del día en una actuación enérgica. "Ni las letras en catalán ni la descarga apabullante de las guitarras impidió la comunicación total entre la banda y el público. "Es música para enseñar los dientes con clara vocación punk", afirmó otro de los seguidores que saltaba sin parar en las primeras filas.

Los Grande-Marlaska tomaron el testigo de sus amigos a los que animaron desde el backstage: "Son los mejores", afirmaba Pepo Márquez, batería del grupo madrileño. La banda antes llamada Garzón subieron-como siempre-con ganas de dar que hablar. Su actuación supuso la necesaria nota de pop fresco de la jornada.

Sin embargo, llegó la hora de ponerse serios. Un Aidan Moffat con la eterna etiqueta de haber formado parte de los colosales Arap Strap comenzó a tocar las primeras notas de su álbum I can hear your heart. Un disco de spoken word poco contextualizado con los aires festivaleros que se respiraban en el Monasterio de la Cartuja.

Y les llegó el turno a las estrellas. Barry Adamsom brilló con luz propia. Una banda excepcional se encargó de dejar claro qué es sonar como profesionales. Tras la dosis de rock con estilo y empaque, unos tardíos Mobiil hicieron temblar las tablas con unas canciones potentes de su último disco Fondre Sur Les Hyènes (Idwet/Green Ufos, 2007). Ahora bien, el volumen despojó al concierto de matices.

Finalmente, con El Guincho se desató la fiesta. Rozando las 5 de la madrugada, el canario confió en los amplificadores y se dedicó a hacer gala de ese tropicalismo musical del que habla que no es más que house a toda tralla. "Tambores y voz de selva", tal como los definió un asistente al concierto, muy cercanos en ocasiones a Animal Colective. Un final atronador que dejó buen sabor de boca.

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