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El hábito sí hace al político

Chacón con esmoquin en la Pascua Militar o el look de Aguirre a su regreso de Bombay. La chompa de Evo Morales o los calcetines con tomates de Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial. El atuendo de los personajes públicos condiciona en gran medida la imagen que de ellos tiene la sociedad. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 21:20 h.

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Chacón con esmoquin en la Pascua Militar o el look de Aguirre a su regreso de Bombay. La chompa de Evo Morales o los calcetines con tomates de Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial. El atuendo de los personajes públicos condiciona en gran medida la imagen que de ellos tiene la sociedad.

De algunos de estos momentos estelares han pasado décadas y aún permanecen en la retina de muchas personas. Los expertos en comunicación política recuerdan especialmente los trajes de pana de Felipe González, más tarde la famosa chupa de cuero de Trinidad Jiménez y, recientemente, el impacto del "No a la guerra" en miles de solapas.

Hace tan sólo unos días, el 6 de enero, el atuendo elegido por la ministra de Defensa para la Pascua Militar provocó un intenso debate en los medios de comunicación. Hay quienes piensan que se saltó el protocolo al utilizar un esmoquin en lugar del traje largo exigido, y otros que, por el contrario, creen que dio una imagen de sobriedad y modernidad.

¿Son conscientes los personajes públicos de la fuerza del atuendo? El historiador Francisco de Sousa Congosto, autor del libro Introducción a la Historia de la Indumentaria en España, sitúa en el Renacimiento los primeros signos claros de comunicación a través de la vestimenta.

"Un símbolo distintivo del poder político en el siglo XVI fue la elección del color negro para transmitir la austeridad, seriedad y rigor asociados con el reinado de Felipe II", explica. Valores que también se reflejaron en la evolución de los cuellos, de la complicación de las lechuguillas a principios del siglo XVII a la sencillez de las golillas (paños de seda, batista o lienzo), que se prodigaron años más tarde, hasta principios del XVIII.

Los expertos en Comunicación Política coinciden en que la imagen no verbal y el mensaje forman parte de un todo: la imagen. Dos componentes inseparables porque un personaje público no puede vivir sólo de apariencia o de gestos, ni de discursos.

"Disociar lo que se dice de cómo se dice sería como separar el hidrógeno del oxígeno y pretender que siga habiendo agua", explica Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública. "Mi experiencia es que no hay decisiones excesivamente complejas sobre vestimenta. Es una parte menor de nuestro trabajo y, de hecho, un asesor de imagen es más un asesor de mensaje que de aspecto físico", explica.

Jorge Rábago, director de telegenia del PP, recuerda el caso de un político que en los años 80 se presentó en un pueblo a dar un mitin envuelto en signos ostentosos y haciendo alarde de riqueza, para hablar a continuación de las miserias del paro. "Puede ocurrir -dice a Efe- que, como en este caso, una imagen inadecuada se cargue un mensaje".

"La vestimenta -asegura Rábago- es un refuerzo iconográfico de aquello que pretendes transmitir, pero si el atuendo, el lenguaje no verbal, no se ajusta al discurso, se provoca un rechazo". La gira mundial que Evo Morales hizo con su chompa, un jersey clásico del pueblo boliviano, tras ser elegido presidente, llevaba un mensaje en sí mismo: "soy uno de vosotros", explica Rábago. También recuerda el traje de pana de Felipe González. "En aquellos años era un atuendo recio, duradero, campechano... y lo utilizó para reforzar ese mensaje. Aunque se lo quitó pronto", afirma.

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