Viajó a Japón en los primeros años 60 como seminarista jesuita. De allí se trajo el sonido de las campanas en la memoria y un conocimiento de la lengua que, andando el tiempo, haría de él un referente en las traducciones del japonés. Aprecio mucho que mi pasado fuera ese, explica Fernando Rodríguez-Izquierdo. Entonces no lo sabía, pero ahí estaba mi futuro. Responsable de traducciones de autores como Haruki Murakami o Kobo Abe, este sevillano de 1937 ha lanzado recientemente nuevas versiones de haikus, esos brevísimos poemas de larga tradición oriental, en el sello Satori. Los primeros en ver la luz fueron Por sendas de montaña, de Matsuo Basho, y Sueño de la libélula, de Natsume Soseki, a los que acaban de incorporarse los haikus de Masaoka Shiki y una segunda entrega de Soseki. Hay que saber japonés, explica con buen humor cuando se le pregunta cómo se puede entrar en el mundo de estos autores. Pero más importante es saber español, porque el haiku es una forma que exige una gran concisión. Ser profesor de español me ha ayudado mucho en este sentido. Y una vez que se conocen ambos idiomas, se trata de cultivar el arte de la traducción. Este trabajo le lleva a tener una relación muy estrecha con los autores traducidos, a partir del conocimiento profundo. A Soseki lo estiman difícil los propios japoneses, pero es muy querido allí, muy popular. ¡Su figura aparecía en los billetes de cien yenes! Pero tal vez sea Shiki el que me cae más simpático, quien murió joven pero con una vida plena, llena de significado y muy honda de pensamiento. Me recuerda, en cierto modo, a Bécquer o a Byron. Por otro lado, Rodríguez-Izquierdo no es ajeno a la moda creciente de escribir haikus que se registra en la lírica española. En todo el mundo ha habido mucha atención hacia el haiku. Seferis, el griego, escribió muchos, y en nuestro idioma gente como Borges, Octavio Paz o Benedetti permitieron también su expansión. Ahora el haiku vive un momento muy bueno, ¿a qué se debe? No lo sé, tal vez a que el hombre moderno se cansa de la épica farragosa, de los largos párrafos como los de La canción del pirata, y busca decir mucho en poco espacio. Esto, prosigue el sevillano, emparenta el haiku con twitter. Muchos escriben incluso los tres versos del haiku en una sola línea, marcando las cesuras con barras, para ahorrar espacio. Sea como fuere, este traductor que ha obtenido reconocimientos como el premio Noma o la Orden del Sol Naciente del Gobierno japonés, es muy consciente de que su labor va más allá del simple juego de cambiar unas palabras por otras. Lo que hace es, en el fondo, acercar culturas. Colaboro en una web llamada paseos.net, en la que cuelgo artículos mensuales sobre el haiku, y me gusta mucho ver la reacción de la gente, que me manda mensajes, me anima, me dicen que les he revelado cosas en las que no habían caído... Es un tema inagotable, agrega Rodríguez-Izquierdo. Además de sus traducciones ya trabaja en una antología futura sobre Isa Kobayashi, el sevillano se entretiene escribiendo haikus en español y traduciéndolos al japonés. Un ejercicio, según afirma, mucho más difícil que a la inversa...