Local

Brillo en los ojos y caritas de haber sido buenos

La comitiva de 200 beduinos desata la alegría de los más pequeños que pueden disfrutar de esta víspera de Reyes en espacios más abiertos, como el entorno de la Catedral.

el 04 ene 2014 / 18:06 h.

TAGS:

El Heraldo por las calles de Sevilla. / J.M.Paisano (Atese) El Heraldo por Sevilla. / J.M.Paisano (Atese)   (FOTOGALERÍA COMPLETA POR LAS CALLES DE SEVILLA) Carlos, de seis años, explicaba a su primo Juan, de cinco, los poderes de estos Reyes: “Siempre vienen, aunque esté lloviendo. Porque utilizan su magia y ves... deja de llover”. Sus palabras fueron premonitorias en la calle Orfila. Fue justamente lo que sucedió minutos antes de que se abriera la puerta de la ilusión y se dibujara en el zaguán de Ateneo el turbante florido del Heraldo Real. No hubo espera para tanta alegría como se desató en un instante. Los beduinos –que se contaban por 200, más que ningún otro año– apenas se podían contener en el patio central de la casa docta. Así que, empujados por los gritos de los niños, tomaron la calle cinco minutos antes de lo previsto. Había que recompensar la fidelidad de los más pequeños, que habían resistido el chaparrón previo. “He echado varias [por la carta] pero lo vuelvo a hacer porque el año pasado sólo me trajeron una cosa de todo lo que les pedí”, decía Daniel mientras le brillaban los ojos al ver llegar a Poseidón, el caballo tres sangres (anglo-hispano-árabe) sobre el que iría montado el Heraldo en su camino al Ayuntamiento para recibir las llaves de la ciudad. La liturgia que imponía la presencia del séquito de rostros morenos era manifiestamente conocida: brazo extendido, gritos de felicidad y caritas de haber sido buenos. “Así no hay quien se resista”, reconocía uno de ellos, algunos encarnados por gente conocida de Sevilla, como el imaginero Fernando Aguado o el diseñador de las carrozas del Ateneo, Jesús Corral, entre otros. Eso sí, a cambio había que entregar la carta o recitar de memoria el listado de regalos. Faltaban manos para hacer tantas cosas en tan pocos segundos. Eso sí, no había mano que no asomara al palanquín dorado para depositar en él las peticiones para este año. Ya apenas se escuchaba la agrupación musical Nuestra Señora de los Reyes –que abría el cortejo, que luego cerraba la Victoria de Arahal–, cuando el biólogo sevillano Joaquín Buendía Planas subía al caballo como Heraldo Real ante los aplausos de todos. Sus primeras palabras ponían de manifiesto su compromiso con la fiesta: “Es una ilusión impresionante y también una gran responsabilidad”. Lo primero que salió de las mullidas alforjas fueron dos simpáticos Palmerines –mascota del Real Betis– por los que muchos (no tan niños) se alzaban de mano. El presidente del Ateneo, entidad organizadora de la Cabalgata de Reyes de Sevilla, Alberto Máximo Pérez Calero, formó presidencia tras la ansiada carroza de las cartas con el presidente del Consejo, Carlos Bourrellier; Luis Cáceres (Rey Melchor) y Rosa Hahn Pérez (Estrella de la Ilusión), entre otras personalidades. “Estamos viviendo un anticipo de la tarde del 5 de enero”, resumía Pérez Calero mientras se alegraba de que Bourrellier cogiera un balón que le llegó votando a los mismos pies. ¿Un presagio? La variación del recorrido, abrazando la Catedral por la Plaza del Triunfo hasta desembocar en la Avenida, propició espacios más abiertos en los que todos disfrutaron. Llegados al lateral del arquillo del Ayuntamiento, fueron recibidos por el alcalde, Juan Ignacio Zoido, quien, tras cumplimentar el anuncio de la llegada de los Reyes Magos, entregó al Heraldo la llave de la ciudad y un mensaje: “Más trabajo y firmeza a sus gobernantes para tener una Sevilla más próspera”.

  • 1