Local

El ‘hippy’ hacendado

Un ‘forbes’ valenciano que llena de ideas «rarillas» el carro de Mercadona.

el 19 mar 2011 / 20:53 h.

TAGS:

Mirándolo ahí, tan alto, tan serio, tan seco, poca gracia en el gesto y mucha sentencia en el verbo, a este tendero cuesta trabajo imaginárselo proclamando ideas "rarillas" (palabra por él pronunciada) en el prólogo y epílogo de mayo del 68, mes universitario en media Europa, aquí no hubo tal, del almanaque fue arrancado por la represión del tío Paco. Nuestro protagonista, por entonces regular estudiante, tirando a malo, conoció en la Facultad de Económicas a su flor, Hortensia, ¡o mejoras o no salgo contigo!, y aquí vemos hoy a un Juan Roig encarrilado y hacendado, todo un forbes valenciano, quien quiera que vincule esta historia al dicho de las dos carretas.

Este hippy, con chaqueta y corbata que, en este caso, no hacen al monje, decía ayer y dice hoy, anoten, empresarios de chaqueta y corbata, que la empresa no tiene como único objetivo maximizar el beneficio, sino cuidar a los clientes y a los trabajadores, y estos últimos son "seres humanos completos, no unas manos", si se les brindan las oportunidades, salen auténticos líderes. Lo revolucionario no es la filosofía, sino la realidad, hay quienes, incluso en el extranjero -marca escuela internacional este hombre- encuentran en esa aplicada doctrina el éxito de Mercadona. Así de sencillo.

El jefe (cliente), el trabajador, el proveedor, la sociedad y el capital. Satisfacer a todos, principio básico, resumámoslo en reciprocidad, yo te doy, tú me das, ganamos todos. Precios bajos, contratos fijos, relaciones comerciales duraderas, aportación económica al país y ganancia patrimonial. Algunos gritan ¡me ahoga, me ahoga!, curioso que, no pocas veces, el grito se apague al pedir públicamente el nombre del proveedor que, en privado, se desgañita. Miedo, respeto, con razón, sin razón alguna, cada uno cuenta su película, pero sin títulos de crédito.

Se sacudió el muermo, se lo sacudió a los suyos, cuando, en el otoño de 2008, los estragos de la crisis económica se revelaron en una menor afluencia de clientela, hubo meses, ha reconocido, que "estábamos en pérdidas". Dio tan sonoro volantazo que, por impopular y molesto -Juan Roig dixit-, a nadie dejó indiferente, en especial a los proveedores cuyas marcas fueron retiradas -se simplificaron surtido y logística- y a las cadenas de la competencia que, tras el revuelo inicial, asistían pasmadas a la prosperidad de tal estrategia, los números la avalan, crecen tiendas, facturación, plantilla y beneficio, ay de nosotras.

Y aquí estamos en Valencia, ahí, en el atril, estantería de supermercado como fondo, alcachofas, vino, detergente, loción para el afeitado, Juan Roig explicando, a periodistas venidos de todo el país, los resultados de 2010, justo el mismo día en que Forbes lo catapulta como la quinta mayor fortuna de España. Quítenle importancia, se dirige a la concurrencia de informadores, mi vida es trabajo, esfuerzo, sacrificio, ahorro. Piedra a piedra se hace pared, un céntimo guardan todos sus directivos en las carteras, que no pierdan de vista que aquello que levanta sirve para demoler, céntimo que se pierde, piedra desgajada de la pared.

2.900 millones de dólares de nada y ¡cuatro hijas! Absténganse los cazadores de dotes, este padre les ha advertido de que la propiedad se hereda, el puesto de trabajo no, y, por si les quedaba duda, no pretende jubilarse hasta el día que se muera por la mañana, a ver qué advenedizo yerno aguanta, 61 años tiene. Eso sí, el capital es exclusivamente familiar, y en el consejo de administración ni hay ni habrá independientes, los consejos, argumenta, "que sean con dinero".

Tímido, teme como vara verde a la prensa, se mueve forzado por ese estrado, alguna que otra broma, copa de agua que se le vierte, acuden prestos a limpiar, respeto que infunde, relájese, transmita la sencillez que pregona, es real, según afirman quienes con él trabajan. Huye de cortes y camarillas, presida usted la CEOE, dijo no, venga usted con otros de los grandes a La Moncloa, Zapatero convoca, dijo no, oficialmente por compromisos, extraoficialmente no quiero meras fotos que sirvan para nada, súmese a la alianza empresarial por la competitividad y productividad, voy para allá, esto es lo que necesita España.

Y en ese atril, Juan Roig, apasionado del baloncesto, máximo accionista del antiguo Pamesa, parece un tendero -que así me consideren, percibo cercanía al cliente donde otros comerciantes sólo ven rancio nombre- tras el mostrador, vendo alimentación, limpieza e higiene, que le ha convertido en un multimillonario hippy hacendado.

  • 1