Carlos Venegas, responsable del estado del césped del Sánchez-Pizjuán y la ciudad deportiva. / José Luis Montero. Carlos Venegas pasa desapercibido para la gran mayoría del sevillismo, pero no su trabajo. Desde 2006 es el greenkeeper del Sevilla Fútbol Club. Es decir, tiene por cometido lograr que tanto el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán como todos los campos de la ciudad deportiva estén siempre en perfecto estado para la práctica de fútbol. Y visto el resultado de las últimas temporadas, lo ha conseguido con una nota muy alta. Su trabajo es silente, pero sabe que cualquier error lo puede poner en el punto de mira. De momento, sólo le llegan felicitaciones y esos problemas que ocurrían cada principio de temporada ya quedan muy atrás. Venegas es sevillano, estudió en Portaceli a pocos metros del estadio, jugaba al rugby en el histórico CAR Portaceli y también pasó una temporada por el histórico Monte Ciencias. Fue durante esta etapa cuando poco a poco fueron aumentando sus inquietudes por conocer y aprender todo lo posible por el césped de competición, que lógicamente nada tiene que ver con el convencional. Tras terminar sus estudios de ingeniero técnico agrícola marchó a la Universidad de Essex (Inglaterra) para estudiar durante cuatro años una licenciatura específica sobre césped de competición. De ahí pasó a ser el responsable de diversos campos de golf hasta que en 2006 le surgió la oportunidad de trabajar en el Sevilla FC. Había sido padre, quería algo más de estabilidad y no tener que estar continuamente viajando por diversos campos de golf de España. El club de Nervión buscaba un responsable y Venegas fue el elegido. «De las primeras cosas que me dijo Manuel Vizcaíno entonces alto ejecutivo del club es que mientras menos se hablara del césped era mucho mejor. Es decir, que siempre debía estar bien y así no sería el foco de atención», recuerda Venegas. Al principio el estrés y la ansiedad que sufría eran muy elevadas porque la responsabilidad es muy alta. Con el paso del tiempo ha sabido convivir con ella después de que el tiempo le haya dado la razón y sus métodos estén ofreciendo unos muy buenos resultados. Desde hace cinco temporadas, Venegas aplicó un revulsivo método que consiste en tener dos tipos de césped a lo largo de la temporada, uno de verano y otro de invierno. «Es muy arriesgado y hay que estar muy pendiente». Este método no implica que se levante el terreno de juego y se sustituya, sino que cuando llega octubre o noviembre y el parón liguero lo permite se siembra un césped más apto para los meses de frío y lluvia sobre el de verano. «Podríamos decir, para no entrar en términos muy técnicos, que se pone el césped de invierno sobre el de verano, que se denomina bermuda. Cuando termina la temporada lo que hacemos es eliminar el de invierno y regenerar de nuevo el de verano que estaba debajo. Es normal que ahora en el mes de junio el césped no tenga un aspecto muy bueno pero es así como debe estar según mi método», apostilla. Venegas, en el estadio. / José Luis Montero. Este aspecto, el de la imagen, también tuvo que aprender a comunicarlo dentro del club porque la aplicación de algún tipo de tratamiento puede dar un mal aspecto al césped y tanto el presidente del club como los miembros del consejo de administración podrían creen que se trataba de algo que se estaba haciendo mal cuando realmente era todo lo contrario. El césped de competición, además, requiere unas características que siempre intenta mejorar. «Es importante que agarre bien los tacos de las botas, que el balón bote de la forma que debe hacerlo y que los jugadores no lo sientan demasiado duro. Ese aspecto alguna vez me lo dicen los técnicos, e intentamos lógicamente buscar la solución», resalta el experto. La ciudad deportiva es otro de sus cometidos. Los métodos son los mismos y el tipo de césped también. La intención es que los jugadores no noten cambio alguno y tengan las mismas sensaciones en los partidos que durante los entrenamientos. El resultado, hasta la fecha, es excelente y los éxitos del equipo, también son los de Venegas.