Un solo año de experiencia como entrenador del filial blaugrana, al que ascendió de Tercera a Segunda División B, fue suficiente para que Joan Laporta le diera la batuta, como sustituto de Frank Rijkaard, a Josep Guardiola i Sala, toda una institución culé por la huella que dejó como futbolista elegante, de privilegiada visión del juego y no menos exquisita capacidad para elegir el pase al compañero; como director de orquesta, en suma, del Dream Team que sublimara el fútbol bajo las directrices de Johan Cruyff a principios de los noventa.
En las filas del Barça desde 1984, fue el técnico holandés quien le hizo debutar con la camiseta azulgrana, aún en edad juvenil, el 1 de mayo de 1989 en un amistoso para conmemorar el 75 aniversario del Banyoles. "Hoy has jugado más lento que mi abuela", dicen que le espetó el genial Johan al chico de 18 años al finalizar el encuentro, seguramente sabedor de que había madera de crack. Aquel día, por cierto, en ese conjunto mixto de profesionales y canteranos Guardiola jugó la primera parte y fue relevado en el descanso por Tito Vilanova, su actual ayudante; además, coincidió en el terreno de juego con Juan Carlos Unzué, hoy entrenador de los porteros, que salió al campo por Carles Busquets, padre de Sergio, uno de los descubrimientos de Pep en la exitosa campaña 2008/09.
Guardiola se ganó enseguida los galones de titular, capitán (más tarde, tras la retirada de Bakero) y líder del FC Barcelona, con el que vivió un año 1992 de auténtico ensueño: el 20 de mayo conquistó junto a estrellas de la talla de Stoichkov, Laudrup, Koeman o Zubizarreta, la primera Copa de Europa en la historia culé; apenas veinte días después, su segunda Liga (ya la había ganado en 1991; luego otras cuatro, para un total de seis) tras el famoso triunfo in extremis del Tenerife sobre el Real Madrid; ya en agosto, se proclamó campeón olímpico con la selección española, tras batir a Polonia en el Camp Nou, guiando hacia la medalla de oro a una generación con nombres como Alfonso, Kiko, Ferrer, Luis Enrique o Abelardo.
El broche a ese curso fue su debut con la selección absoluta, el 14 de octubre ante Irlanda del Norte, y su desginación con el Trofeo Bravo como mejor promesa europea del año 1992.
Su posterior trayectoria, de sobra conocida, se resume así: 472 partidos con el Barça (1990-2001), con 19 títulos: además de las 6 Ligas, 2 Copas, 4 Supercopas, 1 Liga de Campeones, 1 Recopa, 2 Supercopas de Europa y otros menores; un breve y oscuro paso por el Calcio (positivo con nandrolona en 2001 cuando militaba en el Brescia, del que fue exonerado por fin... en octubre de 2007); y un exótico remate en el fútbol catarí (Al Ahly, 2003/05) y mexicano (Dorados de Sinaloa, 2005/06). Y con la selección, 47 partidos, con 5 goles y presencia en el Mundial de 1994 y la Eurocopa de 2000 (las lesiones le privaron de los Mundiales de 1998 y 2002).
Todo lo cual ha bastado para que Laura Vilagrà, actual alcaldesa de Santpedor, haya anunciado que creará la figura de hijo honorífico de la localidad ¬-no existe aún- para premiar a Pep. Una sugerencia para la edil, con permiso de San Pedro (Santpedor no es más que la evolución de Sant Pere d'Or; por allí discurre el río de Oro): ya de paso podría proponer un cambio en la denominación del pueblo y que desde ahora pase a llamarse Santpepdor. El noi, ya home, más famoso del lugar bien lo merece, ¿no?
