Economía

"El Humoso es irreal, una labor de ‘marketing’ y no un modelo social"

El empresario agroganadero, con tierras que suman más de 500 hectáreas, habla de sus apuestas agronómicas tras haber pasado media vida en Asaja

el 18 feb 2012 / 21:56 h.

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Miguel Afán de Ribera Ybarra compagina la gestión de sus negocios agroganaderos con el voluntariado social en la ONG Cooperación Internacional.

Tras haber pasado media vida en la patronal Asaja, Miguel Afán de Ribera (Sevilla, 59 años) ya no tira huevos contra la fachada del Consulado de Francia ni grita sus lindezas a través del megáfono reivindicativo ni llama Nerón al comisario de Agricultura. Centrado en su negocio agroganadero y en una labor como voluntario social que, dice, le llena, espanta a quienes le llaman para la política. Su historia comenzó a principios de los ochenta luchando contra la reforma agraria andaluza y hoy su lucha es otra.

-¿Merecía entonces y merece hoy la pena ser agricultor?

-Sí, merecía y merece, a pesar de la situación de entonces y ahora, a pesar de los quebraderos de cabeza de las reformas europeas de la PAC, siempre con recortes para los agricultores, y a pesar de la administración, que es una rémora. El campo, aunque siempre fue estratégico, lo será cada vez más por el aumento de la población mundial y el despertar de grandes economías como China y La India.

-Si no hubiera sido agricultor, ¿qué habría hecho en esta vida?

-No tuve otra opción. Cuando terminé la carrera entré en la gestión de las explotaciones agrarias de mi familia y pasé a la industria, en la empresa Hijos de Ybarra. Conocí a Javier López de la Puerta y me arrastró hacia Asaja, donde estuve tres décadas.

-¿Agricultor de qué?

-De muchos cultivos. Lo mío ha sido una constante diversificación por los miedos a los palos (los recortes de ayudas) de Bruselas. Por eso he tenido todos los cultivos habidos y por haber. Por ejemplo, en su día aposté por el algodón y, tras su última reforma comunitaria, ya no tengo nada. Estoy centrado en cultivos extensivos de riego, arroz, alfalfa, cereales y olivar y en ganado vacuno de carne.

-¿Cuántas hectáreas?

-Tengo 300 hectáreas de dehesa, también con algo de labor, 100 de cereales, 70 de arroz, 40 de alfalfa y 10 de olivar.

-¿Va por libre al vender?

-No. Soy socio de distintas cooperativas. Siempre he creído en la agricultura de grupo y, además, no tengo una dimensión suficiente como para ir por libre. Eso fue precisamente lo que la Junta de Andalucía no entendió cuando, en los pasados años ochenta, aprobó su reforma agraria: las explotaciones desaparecerían con tanto fraccionamiento y había que alcanzar un adecuado nivel de rentas para que la gente se quedara en el campo.

-De aquellos tiempos procede El Humoso, antigua finca del duque del Infantado que hoy se presenta como el sueño de la tierra hecho realidad y un modelo social de cooperativismo...

-Eso es irreal, una labor de marketing. Estoy seguro de que la mayoría de la gente de allí querría acceder a su parte y venderla. ¿Cuánto nos está costado a todos El Humoso? ¿Cuánto ha puesto la Junta en comprar la finca, comprada por mucho que diga que la expropió, y en transformarla, ponerla en regadío y regalarle la maquinaria? Sí, todo el mundo tiene trabajo, pero, como en la antigua URSS, de subsistencia. Pierde dinero porque es imposible comercializar a precios superiores a los costes de producción. Ni siquiera la gente puede cobrar lo establecido en el convenio colectivo. Es paradójico, por tanto, que se presente como un modelo social, a lo sumo altruista.

-Pues hasta Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la duquesa de Alba, se plegó ante El Humoso y los líderes del antiguo sindicato SOC...

-Si se realizara una auditoría agronómica, no habría por dónde pillarla. No es un modelo de agricultura colectiva. Y el SOC jamás quiso sentarse con Asaja para negociar el convenio del campo, estaba en otro juego... En cuanto al duquesito, con sus declaraciones (del PER y los jóvenes andaluces) metió la pata hasta el fondo porque ni vive aquí ni conoce la realidad andaluza. A Marinaleda fue a lavarse la cara. Lo que digo de El Humoso no tiene nada que ver con el PER, que es absolutamente necesario para Andalucía.

-¿Se considera un agricultor o un empresario agrícola?

-Soy empresario agrícola por mi preparación y por mi actividad. Tengo un equipo fantástico y habitualmente no estoy en el tractor.

-¿Cuál es el principal problema de la agricultura andaluza?

-La incertidumbre y la falta de comprensión por parte de los políticos hacia la agricultura, a la que, de hecho, ignoran.

-La nueva reforma de la PAC plantea una distribución igualitaria de las ayudas...

-Pero la mayor desigualdad es tratar por igual a quienes son desiguales. En España hay muchas agriculturas porque son muchos sus cultivos y, dentro de éstos, hay muchas diferencias en los rendimientos. Espero que no se apruebe el café para todos.

-¿El campo no puede sobrevivir sin ayudas?

-No, salvo excepciones. En general, y debido a la volatilidad de precios, en el negocio del agricultor hay muchos dientes de sierra. Sin ayudas quebraría al descender el primero de ellos. No son ayudas egoístas, para ellos y sólo ellos, sino para el conjunto del medio rural, al evitar la despoblación y los pueblos abandonados, y para el medio ambiente, porque sin agricultores que mantengan tierras y produzcan de forma sostenible el campo sería una calamidad.

-¿Sostenible o ecológica?

-La agricultura ecológica es un gran bluf. Es un complemento con su nicho de mercado, pero no una alternativa real.

-Una agricultura subvencionada de por vida...

-Si queremos unos alimentos seguros y a precios razonables y un medio ambiente cuidado, las ayudas deberán existir.

-Como agricultor, ¿ha recibido presión de las cadenas de distribución como tanto denuncian las organizaciones agrarias?

-Es una presión generalizada, la vivo ahora como agricultor y la viví como industrial alimentario cuando estaba en Hijos de Ybarra. Entonces la empresa tenía fuerza porque no había tanta marca blanca. Ahora, en cambio, las grandes cadenas mandan y su poder ha laminado al de la industria. Y así el agricultor está vendido.

-¿A qué dedica ahora el tiempo libre?

-Me siento ahora más relajado, tengo tiempo sobrante, soy un privilegiado. Soy voluntario en la ONG Cooperación Internacional. Tenemos a gente en barrios sevillanos con grandes bolsas de paro que conoce realmente las necesidades de familias concretas, a las que visitamos y damos alimentos para un mes. No manejamos dinero. La comida procede en parte de colaboradores y en parte del Banco de Alimentos. Diez cestas a la semana. Parece una ridiculez, pero no lo es.

-¿Y no le tienta la política?

-No tengo carácter para la política, soy más culebrero [ríe]. Me tentaron en su día, pero dije no.

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