Ni PP ni IU ni PA. La llave de gobierno en San Juan de Aznalfarache está en manos de los inmi- grantes, que representan más del 9% de población de un municipio que gobierna el PSOE gracias a una mayoría absoluta que obtuvo por un escaso margen de 67 votos. No es moco de pavo, por tanto, que haya 700 extranjeros con derecho a voto en la próxima cita electoral, ya que tienen la posibilidad de elegir hasta dos concejales del nuevo equipo de gobierno que surja tras el 22-M. Esos dos ediles podrían aclarar el panorama: o bien los socialistas reeditan el mandato en solitario o bien, por contra, se verían abocados a un gobierno en minoría o a suscribir pactos.
Del voto inmigrante no pierde la pista nadie. El PSOE del alcalde Fernando Zamora está haciendo bandera de la integración con la promesa de crear una comisión que aborde los problemas de inmigración y que lideraría una figura "no política". Además, tiene en su lista al presidente de la asociación de Dominicanos de Andalucía, Bienvenido Manuel Roselló. IU no se queda atrás y, además de ahondar en la idea de constituir un consejo de la inmigración, ha incluido a dos extranjeros en los primeros puestos: Gloria Patricia Quintero, en el número 5; y José Guillermo César, en el 8. Su candidato, Rodrigo Andrade, no oculta al respecto que "si en las anteriores elecciones la clave estaba en los jóvenes, ahora le toca el turno a la población inmigrante".
El PP también conoce ese detalle, aunque no profundiza más allá de la palabra "integración", mientras que la cuarta fuerza con representación municipal, el PA, lanza una propuesta de San Juan como ciudad universitaria con unas viviendas compartidas entre inmigrantes y estudiantes.
La caza de los partidos por el voto inmigrante cobra más valor si cabe por el hastío de una ciudadanía que no es dada a acudir a las urnas. La abstención fue del 54% en la última cita electoral, la segunda más elevada de la provincia. Cuatro años después no se detecta un cambio de tendencia, ni siquiera en las encuestas que manejan las fuerzas mayoritarias.
Donde sí se perciben cambios es en los líderes de los partidos. El PSOE hace más de año y medio viró el rumbo, forzando la marcha de Juan Ramón Troncoso, cuyo mandato estaba salpicado de conflictos con la Policía Local y colectivos vecinales. Su relevo, con vistas también al 22-M, fue Fernando Zamora, que impregnó en la gestión una política menos crispada que le ha servido para apagar fuegos como las quejas de los vecinos al PGOU, donde no se contemplará al final el derribo de viviendas. De cara al 22-M, Zamora culminó su renovación en la lista (el 60% es nueva) que cierra una cara conocida como la del atleta Antonio Jiménez Pentinel.
Ese lavado de cara ha hecho que el PSOE subiera en las encuestas, aunque desde la oposición coincidan en que Zamora es "heredero" de la gestión de Troncoso, ya que "no viene de atrás sino que era el portavoz socialista y cómplice de sus decisiones". Los principales dardos vienen del segundo partido de la oposición, el PP, que también se presenta con aires nuevo. Hizo desaparecer de un plumazo a sus cuatro ediles, que no concurren en esta ocasión, y ha apostado por una independiente como María Luisa Moya, la portavoz vecinal que le plantó cara al exregidor Troncoso. "En política no siempre se puede estar primera fila", explica la alcaldable popular, que defiende su lista precisando que tiene "representantes de todos los barrios de San Juan de Aznalfarache". Su campaña arrancó, como la de Zamora, un año atrás, donde, asegura, le ha dado tiempo a visitar puerta por puerta a 7.000 familias y en la que se ha centrado en una campaña de acoso y derribo contra la candidatura socialista.
El PP busca consolidar su posición como segunda fuerza y, si la situación es propicia, intentar un vuelco electoral, como el conocido pacto a la griega que firmaron con los comunistas en el año 1995, que es el único precedente en San Juan de Aznalfarache sin un alcalde socialista.
El pacto se antoja remoto, ya que se entraría en un difícil rompecabezas junto a otras fuerzas con opciones de representación como el PA o el nuevo Partido Demócrata de Andalucía (PDA). Ni siquiera IU, que es el único que repite candidato, se plantea "en principio" llegar a un acuerdo con la derecha, aunque tampoco atisba la opción de un posible pacto de izquierdas, a no ser que "el PSOE deje atrás la política de privatizaciones y recupere algunos de los servicios públicos".
En todo caso, estos mensajes forman parte de una partida de póker en la que nadie mostrará sus cartas hasta pasado el 22-M. Más allá de esos pactos, la otra incógnita estará en quién saldrá dañado de la tormenta política que vivió el PA en mayo de 2010. Su entonces portavoz municipal, Víctor J. García, se pasó al grupo mixto y fue expulsado del partido, tras mantener diferencias con la actual candidata andalucista, María Ángeles Sánchez. Su salida llevó a la creación, hace dos años, del PDA, cuya columna vertebral está formado por 13 exandalucistas. El nuevo partido luchará por el mismo electorado que el PA, con el que ha sufrido los primeros roces en forma de denuncia a la junta electoral por la no paridad en los suplentes.
Por su parte, está el nuevo PA de Sánchez, que en la anterior cita electoral logró tres concejales como IU. Su reto, al igual que el PP, es dar el salto aprovechan- do el desgaste del PSOE derivado de la crisis -toda la oposición insiste en que uno de cada tres sanjuaneros está en paro-. Y es que el empleo, o mejor dicho la falta de él, es el arma arrojadiza de todos contra el PSOE. Aunque eso no sea exclusivo de San Juan.