Economía

El invicto millón de parados en Andalucía

La tardanza en trasladar la recuperación económica el empleo desespera en una Andalucía que, tras la crisis, se aferra al modelo clásico de crecimiento.

el 31 dic 2014 / 09:00 h.

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OFICINA DEL SAE SEVILLA ESTEQuizás dentro de algunos días, pocos, el titular de este informe no sirva porque, aprovechando el tirón laboral del comercio y del olivar –este último más bien escaso para la actual campaña aceitera–, Andalucía consiga bajar de la barrera del millón de parados registrados, un objetivo previsto por el Gobierno autonómico no para ahora, sino para el verano pasado. Pero ese impacto psicológico que entraña decir tenemos 990.000 personas sin trabajo y no 1.000.000 quedaría diluido cuando en enero y febrero próximos la fría realidad del mercado laboral nos devuelva la bofetada con otro aumento del desempleo y otra vez el millón sobre la mesa, minando el optimismo de tal efímera conquista. Porque si en el conjunto del Estado la cierta bonanza en los datos macroeconómicos –fundamentalmente, el PIB o Producto Interior Bruto– está tardando en trasladarse a la creación de empleo, en la comunidad andaluza la espera incluso desespera. Es más, hasta la propia presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha pedido en reiteradas ocasiones al Ejecutivo central un plan especial de empleo para esta región –la legislación laboral es competencia del Estado, no así las políticas activas de empleo o cursos de formación, que están transferidas y las que deberían haber preparado a trabajadores y desempleados para las necesidades reales de las empresas y del mercado–. Sobre el calendario, hay una nueva fecha oficial para palpar una mejoría: la primavera de 2015. Porque haberla la hay: recuperación económica. Débil. La fortaleza necesaria para traducirse en empleo verdadero –no el de quita y pon de los planes públicos, como los concebidos en Andalucía para los jóvenes o para el rescate de la construcción y sus albañiles– se hará de rogar hasta bien entrado 2015. Y esto con permiso de las nuevas turbulencias que sacuden Europa –frágil crecimiento de las locomotoras e inestabilidad política en Grecia–. El PIB, que mide el valor de la producción de todos los bienes y servicios de una economía, cogió carrera entre julio y septiembre de 2014, y empalmó así tres trimestres consecutivos de alzas. En concreto, su crecimiento fue del 1,5 por ciento en tasa interanual –con respecto al mismo periodo de 2013–, espoleado por el consumo –de las familias andaluzas aunque también de las administraciones públicas, que tratan ya de sacudirse la austeridad presupuestaria–, la industria y el comercio. El PIB español, por su parte, se incrementó el 1,6 por ciento en idéntico periodo, siendo consumo y exportaciones los acicates, al igual que para Andalucía. ¿Qué representó ese 1,5 por ciento para el empleo? Los cálculos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía en la ContabilidadTrimestral Regional –ojo: su metodología es distinta a las utilizadas para la Encuesta de Población Activa, la EPA, o el paro registrado por el Servicio Andaluz de Empleo, SAE– hablan de un 1,6 por ciento de incremento interanual de ocupados, con 45.110 puestos, hasta quedar en los 2.786.231–. Pero el porcentaje no es lo suficientemente elevado como para reflejar un sensible recorte en el insoportable volumen de personas sin poder trabajar. La estadística laboral aceptada en Europa es la EPA –ésta es una encuesta, no un registro como en el caso del SAE–. Y la más reciente, la del tercer trimestre, arrojaba 1.419.100 desempleados en Andalucía, con un descenso del 2,19 por ciento interanual –cuatro veces inferior a la bajada del Estado–, mientras que los ocupados se situaban en 2.611.000, un 2,09 por ciento más –1,59 por ciento para España–. Cuando se habla del invicto millón se apela a los números del SAE. A mes de noviembre, 1.034.584 andaluces inscritos en el negro listado laboral, un 2,78 por ciento sobre el mismo mes de 2013. Nótese esta diferencia: 384.516 separan la EPA del SAE. Si el millón a batir fuera el otro... Lo mejor de lo mejor de este año que en horas concluye ha sido –como en el lustro anterior de la crisis económica– la exportación. En los primeros nueve meses de 2014, el valor se estancó en 20.013 millones de euros, aunque con la previsión de acariciar el récord marcado en todo 2013, señalan en la agencia andaluza de promoción exterior, Extenda. Lo esperanzador, la confianza empresarial creciente que rezuman las encuestas periódicas de las Cámaras de Comercio, y que también tienen su reflejo en indicadores de la inversión, fundamental para generar empleo –en la composición estadística del PIB, la llamada formación bruta de capital, que es la inversión, escaló seis décimas en el tercer trimestre, y si bien fueron pocas, se partía de bajo cero y cualquier repunte implica que se manejan perspectivas a?dicionales para el negocio y, por lógica, para la demanda de personal–. Y, por último, lo peor: junto al paro, los escándalos vinculados al dinero público que debía haber servido para formar a los trabajadores y a las empresas ante los retos de una nueva economía, unos escándalos que minan la confianza, arrastran a sindicatos y patronal y espantan a inversores. Y llegamos al último tramo, el de una economía andaluza no precisamente nueva y sí con los mismos mimbres que antes de la crisis, y así se constata en la recuperación tanto del PIB como del empleo, muy condicionados por los servicios (turismo, comercio), el campo y el ladrillo –éste vuelve–. Como advierten analistas de la Universidad Loyola de Andalucía, se ha perdido un tiempo precioso para avanzar hacia otro modelo de crecimiento.

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