Julián López El Juli y David Fandila El Fandi salieron ayer tarde a hombros de la plaza de toros de Jerez tras cortar dos orejas cada uno en el segundo festejo de la Feria del Caballo, en una tarde gris en todos los sentidos, el climatológico y el ganadero, dado el escaso juego de los toros.
Cada torero, a su modo, tuvo que arrancar literalmente los trofeos a una corrida descastada y con muy pocas opciones de Garcigrande. Aunque se entrevió algún atisbo de clase en algunos toros, éstos no tuvieron el empuje suficiente para facilitar la labor de los toreros, con lo que la corrida no tuvo el empaque que hubiera sido deseable.
En esta tesitura, cabe reconocer y admirar una vez más -porque la cosa no es nueva- la profesionalidad de El Juli, que nada pudo hacer con un primero imposible y que, a base de su proverbial técnica, empujó siempre hacia adelante al cuarto, un toro remiso a embestir del que paseó las dos orejas. El Fandi, por su parte, arrancó una oreja a cada uno de los toros de su lote como si de una cuestión vital se tratase.
Fue, como siempre, bullidor en banderillas y anduvo el diestro tesonero en la muleta. Construyó el matador de toros dos faenas que fueron del agrado del bonancible público jerezano, que las disfrutó.
Cayetano, de nuevo, realizó dos faenas de detalles. La primera de ellas le sirvió para cortar una oreja al tercer astado de la tarde, merced en gran medida a una gran estocada, efectiva y espectacular, que desató entre el público la petición del trofeo. Y se lo llevó. En el segundo de su lote no tuvo tanta suerte y se debió conformar con la ovación con que le despidió el respetable.