El expresidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps y el ex secretario general del PP valenciano Ricardo Costa, fueron declarados no culpables de haber recibido trajes como regalo de la trama de corrupción política Gürtel, por cinco votos a cuatro, el mínimo exigido por la ley para lograr la absolución. El veredicto del jurado se hizo público ayer por la tarde tras dos días de deliberación.
El juicio duró casi siete semanas. Al oír el veredicto del jurado, el público que llenaba la sala estalló en aplausos, lo que llevó al magistrado-presidente del tribunal, Juan Climent, a desalojar las dependencias. El exjefe del Consell (Gobierno autonómico valenciano) se tomó la noticia con alegría y desahogo. Lo primero que hizo fue mirar a su mujer, Isabel Bas, y sonreírle.
El jurado alcanzó esta decisión en base a varios informes periciales, a declaraciones de ex altos cargos y funcionarios de la Generalitat y a las contradicciones del director de moda o sastre José Tomás.
Camps y Costa se enfrentaban a una petición de multa de 41.250 euros por parte de la fiscal, y de algo más de 46.000 euros por el abogado de la acusación popular (PSOE de Valencia).
La absolución es recurrible. Y tiene más miga de la que parece. Primero, porque Camps se vio obligado a dimitir como presidente valenciano -y Costa como secretario general del PP autonómico-, pero es que hay otros dos acusados que pactaron declararse culpables por esta misma causa, Víctor Campos (ex vicepresidente de Valencia) y Rafael Betoret (ex jefe de gabinete de Turismo) y y que ahora ven cómo esquivan cualquier responsabilidad sus superiores.
La absolución viene con otra endiablada circunstancia: a día de hoy la primera persona que puede recibir una condena por la trama Gürtel es el juez que la investigó, Baltasar Garzón, en el ojo del huracán por haber autorizado escuchas a los imputados cuando hablaban con sus abogados en la cárcel, según el magistrado suspendido con la intención de evitar el blanqueo de capitales de la organización.
El portavoz del jurado explicó así la absolución: "por mayoría, con cinco votos a favor, encontramos a Camps no culpable del hecho delictivo de haber recibido regalos de prendas de vestir atendiendo a su función de presidente de la Generalitat". Y luego añadió: "declaramos a Costa no culpable del hecho delictivo de haber recibido regalos de forma continuada en consideración a su función". En ese momento, Camps se giró hacia él y le chocó la mano.
Para llegar a estas conclusiones, el jurado dio como probadas ocho preguntas y como no probadas otras 10, todo ello de manera favorable a los acusados.
Así, considera que la relación de Álvaro Pérez, el Bigotes, Pablo Crespo y Francisco Correa -tres presuntos cabecillas de la trama Gürtel- con los acusados era "meramente comercial". También afirma que estos últimos no tenían ningún tipo de influencia en la adjudicación de contratos.
Asimismo, y tras escapársele a Camps un "¡Ay, Dios mío!", el portavoz del jurado continuó exponiendo los fundamentos para llegar a la absolución. Relató que no hay "ningún" documento mercantil que acredite pagos de prendas que se imputen a los acusados, y esto lo afirman en base a la declaración de Isabel Jordán, administradora de varias empresas de la trama.
Ella comentó que no podía afirmar que Camps y Costa fueran los destinatarios de las prendas.
Para llegar a esta conclusión también se basaron en las "contradicciones" del sastre Tomás en sus declaraciones de los días 23 de enero, y 9, 10, 11 y 13 de febrero tanto en la Policía como ante la Fiscalía. El director de moda indicó en sus primeras declaraciones que Camps se había pagado sus prendas, pero, tras enterarse de que había sido despedido de Forever Young, volvió a declarar ante la Policía para decir que las prendas habían sido pagadas por la trama Gürtel.
El jurado opina, asimismo, en base a la declaración vertida por la representante de la empresa Transaher -dedicada al transporte de prendas-, que no se puede afirmar que los bultos de las tiendas de Milano o de Forever Young fueran destinados a los acusados y que en los mismos se incluyeran las prendas de vestir que se les atribuían.
El jurado señaló, tras este último argumento, que no existe documentación en la causa relativa a la confección en la que se identifique cada prenda con cada cliente, por lo que estima que no se puede constatar la confección de prendas con los tickets de venta. También ha dicho que el famoso documento 71, elaborado a mano, que incluía los nombres de los acusados junto a unas cantidades de dinero, "carece de credibilidad" y considera que no se ha podido demostrar su autoría.Asimismo, el tribunal asume como cierta la afirmación de que Camps devolvió los trajes a Milano, al dar credibilidad a la declaración de un escolta que aseveró que él mismo devolvió las prendas. Junto a ello da por probado que también le prestó efectivo para pagar sus trajes.