La empresa sevillana Calderinox, cuyas instalaciones se ubican en el municipio de Salteras, ya está muerta y enterrada. Después de casi dos años en suspensión de pagos (sometida a concurso voluntario de acreedores) y sin actividad, el grupo de componentes aeronáuticos y calderería industrial ha entrado en proceso de liquidación. Los acreedores se repartirán, pues, las migajas.
Calderinox tuvo, en diciembre de 2007, la desgracia de inaugurar la ya larga lista de compañías de la provincia de Sevilla que suspendían pagos debido a la asfixia financiera y los efectos de la crisis económica, que por aquel entonces todavía no había mostrado toda su virulencia. Se habló de sus problemas y del concurso de acreedores hasta que, a principios del año siguiente, la inmobiliaria Contsa le arrebató todo el protagonismo y figuró como la primera en caer. Eso sí, en la factoría de Salteras pesaron más los vaivenes del accionariado y la mala gestión que la crisis en sí.
La juez María Teresa Vázquez, la titular del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Sevilla, ha dictado un auto por el que se inicia "la fase de liquidación de Calderinox", lo que conlleva la adjudicación de sus activos (la maquinaria, las instalaciones y el suelo, aunque este último se encuentra hipotecado y pesa sobre él un proceso judicial) a sus acreedores. El pasivo (en este caso, deudas) que arrastraba la empresa rondaba los 15 millones de euros.
Entre esos acreedores, es testimonial el dinero adeudado a la antigua plantilla, puesto que, ante el abandono de la empresa por parte de los propietarios vascos, el juzgado consideró extinguidos los contratos y los sueldos atrasados fueron abonados por el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa). Según fuentes de CCOO, sólo los empleados que superaban los límites de indemnizaciones y remuneraciones fijados por este organismo del Ministerio de Trabajo obtendrán parte de la liquidación de la compañía. Eso sí, constarán como acreedores preferentes, toda vez que fueron los empleados (110) los que instaron a la suspensión de pagos.
El presidente del antiguo comité de empresa de Calderinox, Francisco Navarro, comentó ayer que el auto de la juez no le sorprendía, era esperado, pues la compañía no podría remontar el vuelo. Se acaba la historia de una empresa que, a mediados de la década, tenía buena reputación en la industria auxiliar aeronáutica, con contratos con Boeing.