El nuevo Laredo destila de nuevo más añejo gracias a la reposición de los viejos rótulos con el nombre del bar que ha lucido durante los últimos años. Era ésta una encomienda de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía para, de algún modo, devolverle ese aire de negocio antiguo -abrió como bar en 1939-, de recuerdo sentimental casi en la memoria de los que peinan canas, y de camino se viene con esta actuación a dar carpetazo al expediente abierto contra la promotora de las obras y explotadora del negocio durante los próximos diez años, la familia Robles.
Al menos eso se espera después de lo que Cultura ha acordado con ellos, con lo que en cuestión de días -posiblemente tras la próxima sesión de la Comisión Provincial de Patrimonio- la firma podría recibir el plácet que le permita abrir sin polémicas ni hipoteca patrimonial.
Sea como fuere, Robles puede estrenarse en la esquina de Sierpes cuando le plazca, porque para ello tiene la licencia de apertura concedida por Urbanismo y goza, además, del aval de esta delegación, que ha afirmado públicamente que la reforma ejecutada en el local no ha infringido ninguna norma urbanística.
No obstante, Robles es partidario de no abrir al público el Laredo hasta no tener todas las bendiciones de Cultura, "por si acaso nos topamos con alguna sorpresa más", comentaban ayer fuentes de la firma.
En Cultura, el mutismo sigue siendo la tónica oficial un día más: "No vamos a hacer valoraciones hasta tanto no se concluya el expediente abierto". Sólo que resulta que Cultura, cuando abre un expediente, no sabe cuándo lo cerrará, y la experiencia de otros casos asusta porque se demora lo suyo dados sus escasos recursos humanos.
Lo que no se demoró fue la reposición de los rótulos; en un par de días se han rescatado del almacén -no se habían tirado pese a su delicado estado- los viejos y, previa limpieza, resoldado y refuerzo, ya están en su sitio.
