Dinero al instante. Éste era hasta hace poco un reclamo publicitario muy repetido en televisión y en cuñas publicitarias. Créditos fáciles, que se contrataban casi sin darse cuenta y sin reparar en los altos intereses y que ahora están empezando a escasear. Cuando la bonanza era evidente, la entidad crediticia acosaba al consumidor con sus mensajes de facilidad. Ahora que la cosa está mal para las cuentas corrientes, ver un anuncio promocionando un crédito rápido es más complicado que ver bajar los precios de la cesta de la compra.
Las altas cifras de morosidad, que según la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (Asnef) se ha duplicado en el último año hasta rozar los 13.000 millones de euros, han hecho que se recorten los préstamos. La política de estas entidades expertas en créditos es no reconocer lo evidente y están aplicando una ley de silencio sobre el tema: después de un periodo en el que los préstamos se habían disparado, las formalizaciones de este tipo de crédito van cayendo en picado.
Y esto porque las operaciones morosas ascendieron a 4.734,4 millones en septiembre, lo que supone un 38% más que un año antes y constituye la cifra más alta desde, al menos, 2002.
Por sectores, hasta agosto destacó el incremento de la morosidad en el pago de los préstamos hipotecarios, que repuntó un 194,2%, seguida de la morosidad en los préstamos de financiación del consumo, que creció un 51,4%, y en las operaciones con tarjeta de crédito (50,9%). Ahora son los bancos los que tienen también el miedo en el cuerpo porque el aumento del impago es constante en todas las operaciones: la subida de la morosidad en los préstamos personales repuntó un 50,3%, en las telecomunicaciones un 41,8%, en la financiación de automóviles otro 40,2% y en los descubiertos en la cuenta corriente un 38,1%.
Las compañías de reunificación de deudas tampoco están pasando por su mejor momento. Las ventajas que ofrecen ya no son tan competitivas y apenas mejoran los beneficios respecto al modelo de financiación tradicional.
Así, todo parece indicar que las puertas del respiro para los ahogados consumidores se van cerrando una tras otra a su paso. La obtención de liquidez con urgencia está teniendo que buscarse en otros lugares.
Así, cuando el vil metal escasea en los bolsillos de los ciudadanos, una de las pocas soluciones que éstos encuentran es echar mano del collar y vender oro. Lo material y tangible, que desde que la moneda es moneda ha servido como símbolo del peculio, es ahora una pequeña válvula de escape a la crisis. Pero el oro no es lo único que se vende para pasar el bache: pequeños electrodomésticos y lujos lúdicos acaparan las transacciones en las tiendas de segunda mano.
Valor material . Lo físico es un valor seguro, sí. Elementos de la vida cotidiana que, aunque no esenciales, en su corta vida sirven de entretenimiento y que después van a parar al cajón del olvido. Este es el material más vendible. Por poco necesario.
Por eso, aunque siempre se ha vendido oro en época de vacas flacas, ahora están proliferando las joyerías que lo compran y las tiendas especializadas, como la franquicia que hace unos meses nació en Sevilla. Compro Oro ya tiene dos tiendas en la capital hispalense y una que está a punto de abrir en Los Remedios "porque nos hemos dado cuenta de que viene mucha gente de esta zona", señala José Miguel Martín, uno de los socios de la franquicia, la primera en España de estas características.
El cliente con el que se encuentran a diario es de lo más variado. "Viene gente de todo tipo. Desde quien viene a vender una dentadura con tres dientes de oro hasta el que trae un Rolex mientras deja aparcado un Mercedes en la puerta. El único nexo en común es que necesitan dinero con urgencia", resume José Miguel Martín.
Entre el anecdotario de meses ya al frente del negocio, el dueño de Compro Oro recuerda especialmente a quienes llegan cargados de joyas que van quitándose directas a la balanza hasta conseguir el dinero que les falta para hacer frente a una letra.
Segunda opción . Como no todo el mundo ha acumulado oro en el momento de la buena racha, otra manera de lograr solvencia económica para tapar algún que otro agujero es recurrir a las tiendas de segunda mano. Desde ropa a instrumentos musicales. Todo cabe: todo se compra y todo se vende. Con los consecuentes provechos para las partes implicadas.
En Cash Converters, la multinacional de tiendas de compra-venta de artículos de segunda mano que cuenta con 44 tiendas en España -dos en Sevilla-, se ha notado "una predisposición mayor a vender".
La parcela del negocio que se dedica a vender los productos comprados a particulares también ha crecido "porque nuestras ventas van en función de las compras que hacemos y porque nunca tenemos el control del stock". A este respecto, continúa apuntando la misma fuente que "al tener una mayor exposición, hay más impulso para la venta".
Los potenciales clientes de estas tiendas "están menos apurados que los que van a deshacerse de oro", reconoce el responsable de comunicación de Cash Converters. "En épocas como ésta, siempre se encuentra algo arañando en el armario que traer aquí para vender".
La política de precios de los artículos que se compran depende de lo que valen cuando son nuevos. "Si el objeto baja de precio en el mercado, entonces aquí también se rebaja", afirma.
El perfil del cliente comprador es, en este caso, también muy variado. Los hay que llegan buscando una ganga porque de otra manera no podría adquirir un determinado producto. "Luego tenemos otros que son directores de banco a los que les gusta la filosofía que conlleva comprar cosas usadas".
Sin compromiso . En la puerta del Cash Converters de la Avenida de María Auxiliadora potenciales vendedores esperan su turno en la puerta. Más arriba, en la calle Puñonrostro, la gente sale y entra del llamativo local del Compro Oro. No se preocupan de la cámara de fotos o de las preguntas de la periodista. "La vida se ha puesto en un plan que nos tenemos que buscar los cuartos como sea, honradamente, eso sí. Y ya no hay quien se fíe de los bancos tal y como está la cosa", se sincera una señora que ronda los 50 años antes de entrar en la estridente franquicia dorada.
Las entidades de crédito pasan por una mala época para el compromiso con sus potenciales clientes. Después de ir a la caza y captura de las necesidades de financiación, ahora se muestran muy reticentes. Y, a pesar de que el crédito rápido surgió para dar respuesta a momentos de apuro, paradójicamente es ahora cuanto menos se publicita. Si las entidades tradicionales sufren los efectos de la morosidad, las entidades de crédito rápido no hacen su agosto, ya que cuentan con tasas de mora mucho más disparatadas. Y no en épocas de crisis.