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El león herido

Vagando cierto día un lobo, y viendo su sombra bellamente alargada, exclamó: "¿Cómo me va a asustar el león, con semejante talla que tengo? Con lo que soy, bien fácil me será convertirme en rey de los mortales", pensó el lobo. Y mientras soñaba con orgullo, un poderoso y herido león le cayó encima y empezó a devorarlo...

el 16 sep 2009 / 02:45 h.

Vagando cierto día un lobo, y viendo su sombra bellamente alargada, exclamó: "¿Cómo me va a asustar el león, con semejante talla que tengo? Con lo que soy, bien fácil me será convertirme en rey de los mortales", pensó el lobo. Y mientras soñaba con orgullo, un poderoso y herido león le cayó encima y empezó a devorarlo.

Entonces el lobo, cambiando de opinión, se dijo: "La presunción es causa de la desgracia". Y el Lobo era el Sevilla, y el León, Osasuna, claro. Valga esta burda glosa de cierta fábula de Esopo para ilustrar el escenario que, con permiso de Cruchaga (al que dejamos hablar lo que quiera), de Camacho, y del vigilado árbitro, se puede encontrar el Sevilla allá por tierras navarras. Otra cosa: tiempo habrá de extenderse sobre el inquilino del banquillo sevillista; Jiménez sí o Jiménez no. Aún así, no salgo de mi asombro ante lo cambiante de las opiniones sobre el arahalense; hace ocho semanas, hace cuatro y apenas hace unos días. Del éxtasis a la crítica feroz, y luego a la más benevolente benevolencia.

Pero, volviendo al león, al Osasuna digo, lleva toda la semana quejándose de los árbitros, de cuánto le perjudican y de lo que han dejado de sumar por su culpa (cinco expulsiones y dos penaltis en contra en las últimas cuatro jornadas, ¡mecachis!). Y ya sabemos lo que eso significa: peligro. Sin embargo, nada debería entorpecer la dinámica sevillista: es tiempo en el que emergen los mejores futbolistas en rojiblanco, los que tienen el duro para cambiarlo: Escudé y Squillachi (los centrales titulares de Francia) haciendo la línea, Renato en Renato, Navas resurgiendo y Kanoute y Luis Fabiano decidiendo. Legítima es la aspiración del lobo, pero mal haría sin cultivar la humildad, y peor sería despreciar al león, herido, sí, pero león.

Y breve, pero encendido, no quiero obviar la bochornosa actuación de los que despreciaron al Rey y al himno de nuestro país, esos que suspiraban por ganar el título al que envuelven ambas instituciones. No me cabe duda que el año que viene les va a resultar mucho más difícil acceder a la final.

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