Fali, Ángel, Antonio Carlos y Adrián posan junto al Ayuntamiento de Alanís. Foto: Aurora Díaz
Alanís nace imperial en pleno corazón de la Sierra Norte. En las estribaciones de la auténtica Sierra Morena andaluza y en una confluencia de caminos entre Córdoba, Sevilla y Badajoz. Hasta el verano, sus dos emblemas eran su patrona, la impactante Virgen de las Angustias, y el Castillo. Apenas unos meses después de una peculiar aventura, el Liceo Cultural Alanís se ha ganado el respeto y la admiración de los alanisenses, que acuden cada domingo, fieles a la cita, al Municipal para presenciar en directo las mil y una peripecias del conjunto que adiestra Emilio Rodríguez. El técnico del once amarillo es, junto a Antonio Carlos Rubio, el máximo responsable de un plantel con una curiosa idiosincrasia. La mayoría de sus componentes no competían desde cadetes y su principal aliciente es finalizar la competición sin apenas bajas en el grupo II de Segunda Provincial. La última temporada en la que Alanís había figurado en el mapa sénior provincial era la 1998-99 y, desde entonces, las campañas para recuperar al conjunto amarillo habían sido infructuosas. Hasta que Antonio Carlos Rubio, un auténtico trotamundos de la Preferente extremeña -su último destino fue el histórico Llerena-, decidió pedir apoyo al alcalde de la localidad, el andalucista Cecilio Fuentes, para promover la inscripción en Segunda Provincial. La gente se comprometió y aquí estamos luchando, dice con una sonrisa Rubio, de 35 años. Es el símbolo del bloque, el cerebro sobre el césped y el encargado de organizar la rutina de un club con 186 abonados en una localidad de apenas 1.800 habitantes censados. La afición se porta genial, replica desde la barra de La Bodeguita, centro de reunión, Ángel, el portero.
"Todo comenzó cuando le dije a tres o cuatro jugadores del pueblo que me había llamado el Minas para que nos fuéramos para allá, pero entonces decidimos que para no seguir en carretera lo mejor era intentarlo aquí", expone el capitán bajo la atenta mirada del joven Adrián Arévalo, uno de los mediocentros de la plantilla. La fiebre amarilla se ha propagado por el municipio, en el que se han agotado las 100 bufandas que encargó la entidad que preside Miguel Ángel Ramírez. "Raro es el día que no van unas 80 o 100 personas al campo", dice con rostro de felicidad el propio Rubio. Sin embargo, en el calendario se fija una jornada con especial cariño. El derbi ante el Guadalcanal. "Eso es lo más", comenta entre carcajadas Arévalo. El reto colectivo es finalizar la Liga sin que se registre un alto número de bajas. Los jugadores que se inscribieron abonaron 50 euros para pagar el seguro médico de la Mutualidad de Futbolistas Españoles, una cantidad que el club se ha comprometido a reembolsar si los pupilos de Emilio Rodríguez son capaces de completar las 28 fechas fijadas en el calendario. Ya se lo he dicho a ellos. Si somos capaces de acabar les devolveremos el dinero, aunque muchos me han propuesto que mejor nos vayamos a la playa con esos ahorros, espeta el capi. El Liceo Cultural Alanís está rubricando un papel aceptable en el grupo II de Segunda Provincial, en el que ha logrado vencer a Carmonense, Alcolea y el modesto Castilblanco en ambos cruces, y fomentando el crecimiento de su cantera, ya que ya han debutado en la primera plantilla los juveniles Mala y Gerardo.
El Liceo es una seña de identidad más de una pintoresca localidad que se engalana cada 8 de septiembre para rendir honores a su patrona y que se disfraza de dama del XVI cada verano para celebrar la ya tradicional Feria Medieval. Un ADN más que se une a los quesos de Inés, el misterioso Castillo, el antiquísimo Cristo de la Sangre y la Iglesia de las Nieves. Un paraje singular en el que merece la pena perder el sentido del tiempo y en el que el fútbol es, 15 años después, un ejemplo de fiesta dominical.
