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El loco que va tirando dinero

Como si no estuvieran hartas de decirlo sin que se les haga el menor caso, las asociaciones de consumidores vuelven a pedir un imposible: que esta Navidad, las compras se hagan con cabeza. Con cabeza, no haríamos compra alguna.

el 14 sep 2009 / 20:14 h.

Como si no estuvieran hartas de decirlo sin que se les haga el menor caso, las asociaciones de consumidores vuelven a pedir un imposible: que esta Navidad, las compras se hagan con cabeza. Con cabeza, no haríamos compra alguna. Nadie en su sano juicio compraría una consola que diríase confeccionada en piel de entrepierna, a juzgar por su precio, para regalársela a un nene en cuyas manos no se dan las condiciones mínimas exigibles para la vida, más allá de cinco minutos. Ni comeríamos doce uvas en doce segundos, a precio de gamba. En Navidad, al dinero le damos su merecido y lo tiramos; cada uno malgasta el que puede, y en esta subordinación del papel moneda a los dictados del corazón y de las tripas radica buena parte del sentido verdadero de la fecha. Nunca tendremos dinero: una certeza de la que la Navidad jamás tuvo la culpa. Seremos pobres, pero, al menos, nunca estaremos en nuestro sano juicio.

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