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El Macarena cura un cáncer de piel con una sola inyección de 'quimio'

Frente a la amputación de una extremidad o la radioterapia clásica, el Virgen Macarena es el único hospital andaluz capaz de frenar la expansión de un tipo de tumor maligno de piel con una sola inyección de quimioterapia. Es más, esta técnica de vanguardia resulta efectiva en el 80% de los casos (Foto: José Manuel Cabello).

el 14 sep 2009 / 23:18 h.

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Frente a la amputación de una extremidad o la radioterapia clásica, el Virgen Macarena es el único hospital andaluz capaz de frenar la expansión de un tipo de tumor maligno de piel con una sola inyección de quimioterapia. Es más, esta técnica de vanguardia resulta efectiva en el 80% de los casos.

Es cuatro veces más potente que la aplicación habitual de quimioterapia, que sólo alcanza entre un 15 y un 20% de eficacia y requiere que el enfermo se desplace al centro hospitalario cada 21 días "durante meses o incluso años , dependiendo de la evolución del paciente", precisa Luis de la Cruz, oncólogo del Macarena. A esto se añade que la quimioterapia clásica se administra por vena y pasa a la circulación sanguínea convirtiéndose en un arma de doble filo: beneficiosa por un lado, ya que llega al tumor y produce el efecto terapéutico deseado; pero perjudicial por otro, ya que una vez pasa a la sangre llega tanto a la región enferma como al resto de tejidos sanos. De ahí sus temidos efectos secundarios: "puede provocar anemia, baja las defensas, eleva el riesgo de sangrado e intoxica al sistema digestivo", continúa de la Cruz.

Por ello, la quimioterapia convencional se debe administrar a bajas dosis y en ciclos; precisamente, para proteger la salud de los órganos sanos. Esta es una de las diferencias con la nueva técnica que emplea el Macarena. Eso sí, por el momento sólo está indicada para el tratamiento del melanoma, esto es, un tipo de cáncer de piel conocido popularmente por mostrarse como un lunar maligno. Otro de los requisitos es que la enfermedad se encuentra en una fase avanzada y afecte a una sola extremidad, bien un brazo o una pierna. "Es un tratamiento muy agresivo que evita los efectos sistémicos de la quimioterapia y puede significar una alternativa a las amputaciones o a las cirugías traumáticas", apostilla Amalia Pérez, dermatóloga del Macarena.

Según detallan los cirujanos Omar Arraji y José Miguel Barquero, la intervención requiere de una compresión externa, similar a un torniquete reversible, sobre la axila o la ingle. De este modo, los especialistas se aseguran el aislamiento del miembro y puede proceder. El segundo paso consiste extraer toda la sangre del brazo o de la pierna. Para ello utilizan una máquina de perfusión que actúa como un corazón artificial. Rafael Páez, perfusionista del hospital, explica que la máquina incluye un intercambiador de calor con el que se eleva la temperatura de la sangre. "Está demostrado que las altas temperaturas potencian el efecto del fármaco sobre el tumor", subraya. Además dispone de otro compartimento por donde se inyecta la mediación citotóxica (la base de la quimioterapia).

En este caso sí se puede administrar a dosis máxima dado que el torniquete hace que la sangre sólo circule, y durante una hora, por la extremidad enferma -de este modo se impide que se incorpore al sistema circulatorio general y dañe los tejidos sanos-. He aquí la principal bondad de la práctica. Ahora bien, dado que la sangre contiene el fármaco a una dosis demasiado tóxica para el organismo, se vierte a una bolsa desechable de contaminación una vez ha cumplido con su función de servir como vehículo para llegar al tumor. El último paso llega cuando los médicos inyectan suero a través del mismo sistema para asegurarse que no queda rastro del medicamento.

tres años sin enfermedad. Según aseguran los facultativos, la cantidad de sangre extraída es similar a la que se dona para transfusión, por lo que el organismo es capaz de recuperarse en poco tiempo. De hecho, el Macarena ya ha tratado a seis andaluces con éxito (tres sevillanos, un almeriense y dos malagueños). "Hemos demostrado que hasta 36 meses después existe una desaparición completa de la enfermedad en la zona tratada. Y trabajamos con la esperanza de que esto pueda ser definitivo", concluye Carlos Infante, jefe de Cirugía Cardiovascular en el hospital sevillano.

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