Cultura

El más visitado de Sevilla

El Museo Taurino de la Real Maestranza de Caballería, alojado bajo los graderíos de la Plaza de Toros de Sevilla, es el más visitado de la ciudad y uno de los más vistos de Andalucía, sobre todo por turistas extranjeros, que buscan en este espacio las señas de identidad de la cultura española. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 07:53 h.

El Museo Taurino de la Real Maestranza de Caballería, alojado bajo los graderíos de la Plaza de Toros de Sevilla, es el más visitado de la ciudad y uno de los más vistos de Andalucía, sobre todo por turistas extranjeros, que buscan en este espacio las señas de identidad de la cultura española.

Responsables del Museo esperan alcanzar este año la cifra de 250.000 visitantes tras cerrar 2007 con 230.000, lo que situó a este espacio por encima del Bellas Artes de Sevilla, que registró 222.922 visitas, según la Estadística de Museos Públicos de Andalucía. Inaugurado el 5 de abril de 1989 -más de dos siglos después de la construcción de la Plaza de Toros de la Maestranza-, el Museo hace un recorrido, a través de cuatro salas, por la historia de la Real Maestranza de Caballería, de la propia plaza y de la tauromaquia.

Un cartel taurino en seda fechado en 1840 es uno de los fondos más antiguos que se conservan en la primera de las salas, que acoge también una muestra de servidores de la plaza del siglo XVIII, entre los que se encuentran lanceros, timbaleros y desjarretadores, así como un espacio dedicado a los juegos caballerescos que practicaba la nobleza en los siglos XVII y XVIII.

Y es que la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, propietaria del coso y del museo, se fundó en 1670, durante el reinado de Carlos II, y, actualmente, está integrada por 259 caballeros maestrantes pertenecientes a antiguas familias de la nobleza.

La Segunda Sala acoge pinturas de tema taurino del siglo XIX, entre las que destaca por su realismo la Cogida de muerte de Pepe Hillo, de Eugenio Lucas Velázquez, discípulo de Goya, mientras que la Sala Tercera está dedicada al toreo en la época de Juan Belmonte y Joselito el Gallo, con importantes obras esculpidas en bronce.

Los fondos más modernos se encuentran en la última sala, donde una de las piezas más impactantes es la cabeza disecada de la vaca Islera, la madre del toro que mató a Manolete y a la que Miura, propietario de la ganadería, decidió dar muerte "para que no pariera más hijos asesinos", ya que, según la leyenda, la bravura se transmite a través de los genes maternos. Las cabezas de toros de las mejores temporadas están también en esta sala, junto a la del astado con el que tomó la alternativa Pepe Luis Vázquez en 1940.

El colorido de los trajes de luces y de los capotes de paseo y de brega atrae también a los visitantes que acceden al Museo, donde hay vestuario de todas las épocas, como el que lució Joselito a los 14 años o un traje amarillo donado por Curro Romero.

El museo, que se montó con fondos conservados por los maestrantes y que fue inaugurado en su día por la condesa de Barcelona, incluye obras de destacados escultores como Mariano Benlliure y de pintores como César Ruano, así como un retrato al óleo, obra de José Gutiérrez de la Vega, de Fernando VII, restaurador de la lidia en España y fundador de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla.

El itinerario de la visita incluye la plaza, el patio de caballos y la capilla de los toreros, con la que se topa el turista nada más salir del museo y en la que hay una imagen de la Virgen de la Caridad, y un reclinatorio que perteneció a Rafael "El Gallo", así como una cerámica adosada a la pared con la "Oración del torero".

Llama la atención un pequeño botijo de barro sobre el suelo de la capilla, conocido como el "botijo del miedo", del que beben el último buche de agua los toreros antes de salir al ruedo y tras realizar sus plegarias para poner "sentimiento y afición en cada lance".

En la actualidad, la institución, además de velar por el estado de conservación del edificio, lleva a cabo diversas actividades, entre las que destacan el mecenazgo cultural y artístico, la promoción y desarrollo del arte ecuestre y taurino y acciones benéfico-sociales dirigidas a los sectores más desfavorecidos.

Precisamente, los ingresos recaudados con las visitas al museo, alrededor de un millón de euros anuales, se reinvierten en estas actividades promovidas por la institución.

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