Local

"El Mediterráneo trajo todas las religiones, y también la falocracia"

Wassyla Tamzali. Después de dirigir durante veinte años el programa de la UNESCO que vela por la igualdad de género, la escritora publica sus memorias, ‘Mi tierra argelina'

el 12 ago 2012 / 19:56 h.

TAGS:

-Usted, que vivió una revolución hace muchos años, ¿qué consejo puede dar a las mujeres que hacen la revolución hoy?
-Si tengo que dar un consejo, es que piensen que detrás de cada revolución hay una contrarrevolución. Es un hecho histórico, sucedió también en la Revolución Francesa. En cuanto empiezan a surgir indicios de libertad, de inmediato surge algo contra la libertad.

-¿El islamismo es la causa por la que las mujeres, protagonistas de la Primavera Árabe, están ahora más apartadas?
-Sí, es cierto. Como sucede siempre que se da un acontecimiento histórico, las mujeres estaban allí. Luego, cuando alguien se pone a organizar el poder, las mujeres desaparecen. Pero hay que añadir también que cuando las mujeres salieron a hacer la revolución árabe en Egipto, en Túnez, en todos los países, no salieron como feministas sino como ciudadanas, como mujeres. Salieron por el cambio, para echar a los políticos. Y cuando el cambio llegó, ellas volvieron a casa.

-En su libro, usted cuenta: "Yo acumulaba todas las taras: era mujer, burguesa, francófona, demócrata y librepensadora". ¿Cuál era peor vista?
-Todas. La política de la exclusión era una política muy refinada, sutil, compleja, porque bajo el régimen autoritario hay que excluir a la vez que se guarda. Porque toda esa lista se refiere a gente que sabe leer y escribir, la gente moderna: se tenía necesidad de esa gente, pero no se le ha dado la palabra. Es un poco como el estatuto de los judíos en los países occidentales: no tienen capacidad de representar la nación.

-En su libro cuenta que Argelia pasó del socialismo al islamismo, como quien pasa de una religión a otra. ¿Fue así?
-El socialismo nunca fue una religión en Argelia, el socialismo se había elegido porque era lo que más garantías ofrecía a un poder autoritario. Se había elegido el modelo político. El socialismo es un concepto moderno basado en la libertad, en el individuo, en la relación entre los individuos. Y eso no era así, jamás. Además, la primera cuestión es si se pasó de una revolución a otra. Y Argelia no había vivido una revolución, sino una lucha de liberación. Y la lucha de liberación no es revolucionario, nunca, sino nacionalista. Era reencontrarse con una idea mítica, no con la realidad. No tiene nada de revolución. Era reencontrar el país antes de la llegada de los franceses...

-En España decimos: "No olvido ni perdono". Usted no olvida, pero ¿perdona?
-No me gusta la palabra perdón. Es algo religioso, y yo no soy nada religiosa. Prefiero la palabra "comprender". Cuando escribí este libro, he respondido de alguna manera a la niña que fui y que tenía una gran sensación de injusticia, porque mataron a su padre. Y yo le he dicho a esta niña: esta es la historia. Es la venganza de los tribunos. No he perdonado, pero he comprendido. Y como dice Albert Camus, en El mito de Sísifo: sabe perfectamente que la roca volverá a rodar hacia abajo, pero la volverá a empujar hacia arriba; está libre porque encuentra la libertad en la razón de su falta de libertad. Y creo que mi libro me ha permitido comprender.

-Escribió un ensayo titulado ‘El burka como excusa'. Hay quien piensa que la cuestión del velo es una polémica creada en Europa, porque en Argelia y otros países hay otros problemas más acuciantes.
-Yo respondo que el burka, ¿qué significa? Es el concepto de la deshumanización de la mujer. El burka es el grado máximo de la deshumanización de la mujer, que empieza con el velo. Considero que la deshumanización de la mujer es el corazón o la expresión o la causa central del problema en los países árabes. Mira: cuando los salafistas hacen una declaración política, ¿de qué hablan? ¿Cuál es el asunto? La mujer. La primera declaración en Libia ha sido la de restaurar la poligamia. ¡Es el centro! No es una manera de ocultar otras cosas...

-¿Se puede coordinar una política de mujer en el Mediterráneo, siendo países distintos y complejos?
-Sí. Porque la diferencia no es una diferencia de naturaleza, no se trata de perros y gatos. En el fondo se trata de la misma cosa, problemas de diferentes niveles. Mira España: tras la revolución española, la Movida y todo eso, ahora hay un gobierno que dice que no se puede abortar, que no se puede uno manifestar en la calle. Es como los islamistas. El Mediterráneo es un mundo que ha hecho nacer, nunca debemos olvidarlo, la falocracia. ¿Por qué hay más hombres en la política que mujeres? ¿Por qué son los hombres quienes dirigen las centrales nucleares y los ejércitos, por qué? Es que hemos nacido en esta situación, es el arcaísmo. El Mediterráneo ha traído todas las religiones, ha traído el monoteísmo democracia, la retórica, la filosofía y también ha traído el falo. Y la religión musulmana es la legitimación de la religión fálica. Cuando uno coge los textos del Corán sobre la mujer y los textos de los contratos de matrimonio de la Grecia clásica, es lo mismo.

-Hemos visto que una mujer se presentaba a las elecciones en Argelia, cubierta e identificándose con la foto de su marido. También ha pasado en Egipto... No es que no haya avance, hay un retroceso.
-No es un retroceso, porque esto no es una tradición. No se puede llamar modernidad en el sentido filosófico, pero... Es una contemporaneidad. No se puede decir que los salafistas, los islamistas hayan vuelto a la tradición. Es una respuesta de hoy a una crisis de hoy. El islamismo de hoy no es el islamismo de mi abuela. Mi abuela también llevaba un velo, pero no es lo mismo. Era un velo de costumbre que ha evolucionado con las costumbres, no era algo sagrado. Hoy es sagrado. Esto es una evolución. Mi abuela llevaba velo y sus hijas no, y yo por supuesto que no. E incluso mi abuela habría montado en cólera si mi padre hubiera dicho a mi madre: le pondré el velo a mi hija porque estamos en la Guerra de Argelia y quiero mostrar a los franceses que no somos franceses. Hoy, el velo que se lleva en Europa entre las inmigrantes es para decir a los españoles, a los franceses: somos diferentes.

-El mundo árabe ¿puede cambiar solo o va a necesitar que Europa también cambie su mentalidad?
-El futuro de los países árabes está en ellos mismos, no en Europa. Los europeos suponen un problema, pero un problema pequeño: hay racismo en Europa, y el racismo es un argumento para los islamistas. Cuando los europeos dicen ¿qué se puede hacer?, la respuesta es cambiar: deben barrer ante su propia puerta. Antes de ocuparse de los países árabes deben mirar a su alrededor. Porque entre nosotros sí tenemos ese debate. Y luego, Europa debe reencontrar la razón. Debe utilizar su caja de herramientas para reflexionar sobre sus propios problemas, por ejemplo la cuestión de la inmigración. Porque Europa necesita a los extranjeros. Así que es imprescindible que la inmigración se convierta en una cuestión política, y no una cuestión social.

  • 1